sábado, 1 de septiembre de 2007

Rab. Sztokman - Teshuvá

TESHUVA. Retornar. Volver.

En nuestra tradición el concepto de transformación, conversión se pone de manifiesto por medio de la teshuva (traducida generalmente como arrepentimiento).

“Empero tu retornarás y escucharás la Voz de Adonai, y cumplirás todos Sus Mandamientos, lo que yo te ordeno hoy.” (Deuteronomio 30:8).

La Torá, por medio de Moisés, está educando a la nueva generación, nosotros, para que cumplan con la voluntad del Señor en lugar de irse a buscar otros dioses (fama, fortuna, poder).

Dice el Rabino Iosef Solevetchik: Pecar, errar, significa retirarse de ante la presencia del Señor del Universo. Estoy delante del Creador y el error me quitó de ante Ti y ya no siento que estoy delante de Ti. La esencia de retornar, teshuva, es anhelar estar nuevamente contigo. El anhelo se desarrolla cuando uno ha perdido algo precioso.

Para retornar es importante darme cuenta que me he ido.

El retornar no es una acción física de mi persona, sino que por el contrario es una acción interior, todo el accionar, todo el movimiento ocurre en mi interior.

El retornar requiere como primera condición la voluntad personal de querer volver.

Fui a buscar tener razón, en lugar de vivir en paz.
Fui a discutir en lugar de dialogar.
Fui a imponerme en lugar de vincularme.
Fui a obedecer en lugar de compartir.
Fui a vivir con miedo en lugar de vivir con amor.
Fui a luchar por la vida en lugar de amar y honrar la vida.
Fui a enojarme y lo logré.

El retornar es la respuesta del hombre al llamado divino. Dios, por amor al hombre lo llama preguntándole ¿Dónde estas tu? queriendo significar, ¿dónde estas en el mundo? ¿cuál es tu lugar?

Volver implica escuchar la pregunta de Dios.
Volver es imitarle en la medida de las limitadas posibilidades humanas.
Volver es modificarme.
Volver es amarnos y amar.
Volver es reparar, con las limitaciones de cada persona, el mundo en el que vivimos.
Volver es vivir con alegría y compartirla.
Volver es saber que Dios nos recibe cada día.
Volver es amar a Dios en lugar de temerle, dado que ÉL nos ama.

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