sábado, 1 de septiembre de 2007

Rab. Bronstein - Uteshuvá, Utefilá, Uzedaká

En la introducción a Unetané Tókef, nuestro maestro Marhsall Meyer z”l destaca que a pesar del aspecto determinista que este Piut pueda tener en quien lo lee de manera inadvertida, en realidad se trata de un himno que aclama la facultad humana de la libertad de elección, la capacidad de decidir por uno mismo y la posibilidad cierta de decidir el destino propio por uno mismo. Y esta visión se basa en dos párrafos del Piut:

Vejotam Yad Kol Adam Bo: Es el mismísimo individuo quien rubrica el veredicto con su propia mano; y UTESHUVA; UTEFILÁ UTZEDAKÁ MAAVIRIM ET ROA HAG´ZERÁ: Pero la Teshuvá; la oración y la práctica de buenas acciones pueden atenuar la severidad del veredicto Divino.

El Profesor Avigdor Shinán en la reciente Kalá (Encuentro) de Estudios de la Asamblea Rabínica Latinoamericana aquí en Lima (agosto de 2007) nos llamó la atención sobre el hecho de que en varias ediciones de los Majzorim tradicionales, encima de las tres palabras TESHUVÁ, TEFILÁ Y TZEDAKÁ están coronadas por otras tres palabras hebreas: TZOM, KOL, MAMÓN: AYUNO, VOZ (es decir: oración); DINERO (equivalente a Tzedaká).

Dejamos inexplicados los términos hebreos a propósito ya que ellos constituyen una originalidad que hacen de los Iamim Noraim una ocasión única para que la liturgia y la práctica de los mandamientos se transformen en un encuentro personal y original del individuo con D´s.

El Profesor Shinán nos decía que las tres palabras sobreimpresas encima o debajo de los tres términos del UNETANÉ TÓKEF tienen por objetivo hacer que ciertas palabras que pudieren parecer aparentemente desconexas adquieran significados diversos gracias a equivalencias numéricas. Éstas en la tradición cabalística se denominan GEMATRIA.

La GEMATRIA de esta línea (una de las más conocidas y esperadas por quienes ven en Rosh Hashaná un Día de Juicio Divino real y presente) se origina en el comentario a un versículo del Salmo 27, el mismo que leemos entre el 1º del mes de Elul y la víspera de Shminí Atzéret: IM TAKUM ALAI MILJAMÁ; BEZOT ANÍ BOTEAJ
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“Si desataren contra mí la guerra EN ESTO pondré mi seguridad”.
La palabra hebrea BEZOT, en esto, suma en GEMATRIA 410.

Las tres palabras TZOM (ayuno); KOL (voz; o sea: rezo, oración) y MAMÓN (bienes donados a la beneficencia) suman también 410. Es decir, quien esté angustiado por sentirse rodeado por el mal, atacado por la iniquidad solo debe confiar en que ayunando (TZOM y TESHUVÁ), orando (KOL) y siendo generoso con quien lo necesita (MAMÓN o TZEDAKÁ) experimentará el apoyo de D´s ante el trance difícil.

El líder jasídico Israel de Modoshitz se pregunta: si es así, si son esas tres cosas aquellas que tienen el poder de atenuar el veredicto divino en el IOM HADÍN, el Día del Juicio, entonces por qué el versículo siguiente del Salmo afirma: “UNA cosa supliqué a D´s, este es mi anhelo…”. Deberían ser tres cosas las que suplicamos a D´s para suavizar el veredicto y “habitar en la Casa de D´s todos los días de nuestras vidas.”

Sin embargo, de las tres cosas, dos de ellas dependen de nosotros solamente. De nuestra capacidad de entregarnos a la oración y a la penitencia. Sin embargo, la beneficencia no podemos practicarla a cabalidad a menos que hayamos sido bendecidos por D´s con bienes suficientes para ello. Por eso el versículo del Salmo debería leerse: “Una cosa supliqué a D´s: que me de los bienes que me permitan poder ayudar a quienes lo necesiten con generosidad y desprendimiento. Yo mismo me encargo de buscar a D´s a través de la penitencia y la oración.”

Los judíos a veces ignoramos la cualidad inherente, el poder que poseen las oraciones que recitamos a diario; o anualmente en los IAMIM NORAIM.
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El autor Iekutiel Grin en su comentario al libro KINIAN JAYIM del Rebbe Iosef Yitzhak de Lubavitch, señala que las tres veces que rezamos el UNETANÉ TÓKEF, dos antes de la Kedushá de Musaf de los dos días de Rosh Hashaná y una antes de la Kedushá de Musaf de Iom Kipur, debemos entender y ser concientes que D´s nos está entregando un regalo único e inapreciable: tres joyas que son patrimonio exclusivo del judaísmo. Influenciados por el medio gentil en lo cultural pero asimismo en lo litúrgico, los judíos occidentales y liberales creemos que TESHUVÁ y arrepentimiento son sinónimos; que TEFILÁ y oración son palabras equivalentes. Y que TZEDAKÁ equivale a caridad. Nada más alejado de la realidad…

1- El concepto TESHUVÁ va mucho más lejos, es mucho más amplio que el simple arrepentimiento. Cierto, ambos parten de la base que algo no es correcto, que ese algo debe ser enmendado; que si no se enmienda el equilibrio cósmico queda desbalanceado. Sin embargo el arrepentimiento queda en la aceptación que se ha obrado inequitativamente. Y qué pena que haya sido así. No se debería repetir el error.
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TESHUVÁ en cambio implica que se cumpla lo que dice la raíz hebrea del término SHUV: regresar. Volver al camino del bien, desandar la senda incorrecta. Volver a empezar de ser necesario. Y vaya si lo es casi siempre.
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Con la TESHUVÁ el judío COMIENZA su camino arrepintiéndose. Pero a la vez SIENDO CONCIENTE que ahí recién se inicia la jornada, que es mucho más larga y espinosa que el simple reconocer que “algo no está bien y qué pena que sea así: no lo haré más”.
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TESHUVÁ, cita Iekutiel Grin implica intentar el retorno hacia el YO interior, que es la esencia del ser del individuo. Por ello, no solo el que ha errado debe hacer TESHUVÁ. También el justo puede haber salido de su raíz ontológica y DEBE, al igual que el equivocado en su conducta, practicar la TESHUVÁ.

2- TEFILÁ: Cuando las personas comunes nos referimos a rezar, queremos decir “elevar nuestras preces al Señor”. Hacerle ver a D´s cuáles son nuestras necesidades y demandas. Qué falta en nuestras vidas para que éstas sean más completas y significativas. Y rezar entonces va desde un pedido trascendente por la salud propia o de algún ser caro a nuestros afectos, hasta intrascendencias tales como pedir a D´s que nos haga ganar lotería cuando nuestras necesidades básicas están cubiertas; o vacaciones mejores y más largas; o aprobar un examen de una materia que no comprendemos mucho. ¿Acaso esto no es válido? ¿No es rezar el pedir a D´s que con Su poder omnímodo nos de un apoyo?
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Sí. Por supuesto que es válido y se trata de una expresión enraizada en lo profundo de la tradición de todas las religiones; y del judaísmo claro está, también.
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Sin embargo, pedir, suplicar a D´s, demandarle es SOLO UNA de las múltiples expresiones de oración en el judaísmo. Expresiones que para hacer una síntesis apretada se resumen en tres manifestaciones. Las que coinciden con las tres manifestaciones de la oración central de los 3 rezos diarios judíos, conocida como Amidá o el Shmone Esré.

La 1ª es la alabanza a D´s. Tehilá en hebreo. Con ella abrimos las oraciones tres veces al día. Cuatro en Rosh Jódesh, Shabat y fiestas; cinco en Iom Kipur. Es la expresión más pura de oración, ya que en ella oramos a D´s sin que medie ningún interés de nuestra parte. Simplemente al alabar (los Salmos en su mayoría son las expresiones más acabadas y perfectas de Tehilá) reconocemos que D´s es la Divinidad y que le debemos pleitesía y obediencia por eso y nada más que por ello. No le pedimos nada. No le reclamamos. No le observamos para Él nos observe. Solo nos encomendamos a Él porque es D´s. Y punto. Así son las tres primeras bendiciones del Shmone Esré que no se permutan ni se cambian ninguno de los 365 días del año.

La 2ª es la gratitud y el reconocimiento: HODAÁ en hebreo. Son las 3 últimas bendiciones de la Amidá de todos los días. Es siempre la misma formulación; con una pequeña variación en la última bendición dependiendo de si se está rezando en la mañana o a la tarde o a la noche.

La HODAÁ está un peldaño por debajo de la TEHILÁ: la formulamos porque agradecemos. Cierto, reconocemos que hemos recibido de D´s. Pero ahí está el truco: ¿Hubiésemos expresado las preces de no habérsenos concedido lo que pedimos?

3- Por último ahora sí. La BAKASHÁ o súplica es lo que en el mundo en general se conoce como oración a secas: pedir a D´s para que supla nuestras necesidades. Y las más de las ocasiones no se trata de necesidades, sino de simples caprichos. Como lo de las vacaciones. Las bakashot se rezan SOLO en las Amidot de días de semana y son las bendiciones centrales del Shmone Esré. Que quede claro: pedir por las necesidades es parte legítima y buena de la oración halájica judía. Pero es SOLO un tercio del concepto completo de TEFILÁ. Pedir SIN que haya alabanza ni reconocimiento a D´s, NO es rezar como judíos.

3- Por último, la TZEDAKÁ es un concepto totalmente original del judaísmo. No tiene nada que lo arrime a la palabra con la que usualmente la confundimos: caridad.
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Esta última deriva del término latino CARDIO. La misma raíz de la que derivan corazón, así como también cordial, cardenal, cordura, etc.

Caridad implica dar a quien se quiere dar o a quien lo necesita porque quien otorga la dádiva tiene buen corazón; y lo hace desde el corazón.

La TZEDAKÁ se da no porque quien lo hace lo desea, no porque su corazón lo empuja, ni porque se sienta bien dando. La TZEDAKÁ se otorga porque es un mitzvá, porque esa es la voluntad de D´s y porque así nos lo ha mandado en la Torá. Y justamente la Torá manda dar Tzedaká no solo a los pobres, sino también a los sacerdotes, a los levitas y al Templo cuando éste existía.

Y ahora permítanme ser sincero con ustedes y también conmigo mismo en esta noche de Iom Hadín (Día del Juicio): lo que nosotros hacemos al reconocer nuestras faltas NO es TESHUVÁ sino simple arrepentimiento.

Lo que hacemos al concurrir a las oraciones, aun aquellos que venimos todas las mañanas a los minainim diarios NO es TEFILÁ sino simple elevación de pedidos (aunque justo es reconocer que en el caso de quienes asisten todos los días existe el enorme mérito de que su presencia permite que se desarrolle en la Kehilá la mitzvá del minián diario, lo que no es poco).

Lo que damos mensualmente, quienes lo dan, al fondo de Ayuda Social de la comunidad NO es TZEDAKÁ sino simple caridad: damos porque creemos que está bien; o porque nos sentimos aliviados pensando que ayudamos a quienes lo necesitan. Pero como explicamos TZEDAKÁ es mucho más que eso: implica saber que el dar no es simplemente una obra de bien, sino el tratar de cumplir con la voluntad inexorable de D´s.

Si bien hemos explicado el significado de los tres elementos del UNETANÉ TÓKEF de manera negativa, es decir que es lo que NO estamos cumpliendo al pensar que estamos rezando, que nos estamos arrepintiendo y dando dádivas, no hay que desesperar.

El arrepentirse NO es igual a hacer TESHUVÁ, pero es el 1er paso para ello. El decir una oración tal vez no equivalga a hacer TEFILÁ, pero sin que salga de nuestra boca el ruego a D´s no puede comenzarse a andar la senda de la oración.
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Dar a una causa noble es solo una parte infinitesimal de lo que debe ser la TZEDAKÁ, pero ejerciendo la caridad es mucho más fácil llegar al camino de la beneficencia en el sentido que la Torá la entiende.

Tal a eso se refería nuestro maestro Marshall Meyer cada vez que insistía en que el verdadero enemigo de lo bueno no debe ser lo malo, sino lo mejor. Quien desea mejorar su actitud, quien ya pide a D´s, quien da aunque sea por caridad, ya obra correctamente. Pero entre lo correcto y lo bueno hay aun un abismo. Y entre lo bueno y lo mejor hay otro.
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El deber del judío, el anhelo de quien de verdad cree que TESHUVÁ, TEFILÁ y TZEDAKÁ tienen el poder de atenuar la severidad del veredicto divino, tienen que aspirar a saltar esos abismos, a superar lo correcto y lo regularmente aceptado y acceder a una vida de KEDUSHÁ, de consagración. Y ésta implica que, sin que jamás nos sintamos por encima de nada ni de nadie, aspiremos a la superación espiritual.

Pero sepamos que si ni siquiera hemos entrado en el terreno de lo correcto; si no concurrimos a los minianim, ni pensamos que podemos mejorar; ni damos algo a quienes sin pedirlo sabemos que lo necesitan, entonces estaríamos en el reino de la mediocridad, y ni siquiera nos habríamos acercado a lo correcto.

El libro Devarim (Deuteronomio) nos indica que en cada decisión el individuo enfrenta la disyuntiva de escoger entre la vida y la muerte.

La frase de los 3 elementos del UNETANÉ TÓKEF intentan desdramatizar el énfasis de la elección; pero en el concepto de Marshall Meyer nos ponen frente a una paradoja: ¿Deberíamos dejar de lado lo bueno para intentar descubrir qué es lo mejor y alacanzarlo?

La respuesta es sumamente difícil pero intentar planteárnosla ya es de por sí válido.

Lo cierto es que IAMIN NORAIM nos ponen delatante de nuestra fragilidad humana dos enormes pilares que nos pueden ayudar a vislumbrar la grandeza:
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No todo es como parece: Y si bien el dicho popular dice que las cosas SIEMPRE podrían ser peor de lo que son; el judaísmo afirma contundentemente que la revés: nosotros SIEMPRE podemos aspirar a lo mejor, a mejorar nuestra persona, nuestro entorno, nuestra comunidad, nuestra sociedad, y hasta el mundo. Solo si sabemos que debemos empezar por nosotros mismos y no mirar a los demás antes de haber enfrentado nuestras propias debilidades.
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La liturgia de estos días de introspección pueden ser una clave para aspirar a esa superación constante, solo cuando seamos capaces de comprender cabalmente que en cada concepto, en cada actitud en la vida hay algo que va más allá de lo que se ve:
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TESHUVÁ es más que arrepentimiento;
TEFILÁ es más que rezar;
TZEDAKÁ es mucho más que caridad.-

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