sábado, 1 de septiembre de 2007

Rab. Werbin - Sudoku

Hace unos meses como ustedes saben, tuve la dicha y la bendición de transformarme en padre.

Mientras veo crecer a mi hijo, intento recordar cómo fue mi infancia, cuales eran las cosas que me entretenían, como era mi comportamiento en el colegio, etc.

Recuerdo que era, y sigo siendo, un fanático de los deportes y del fútbol en especial, pero también me gustaban mucho los juegos de mesa y de ingenio. Un tío abuelo me enseñó a jugar ajedrez siendo aún muy pequeño. Aprendí a jugar a las Damas y a descifrar e inventar acertijos.

Siendo un niño me encantaban los desafíos y creo que de a poco se fue desarrollando en mí una característica, que aún no he resuelto si es una virtud o un defecto: hasta que no resuelvo el reto, hasta que no cumplo el desafío, no me doy por vencido. Mi mujer lo sufre, puesto que pueden ser las tres de la mañana y yo aún intento resolver el problema.

Y mientras recorro con la mente esos momentos únicos, mágicos e irrepetibles de la infancia, intento imaginar cómo será mi hijo, cuales serán sus distracciones, con que se divertirá. ¿Cuáles serán los juegos que jugará junto a sus amigos?

Hoy en día, los jóvenes tienen acceso a una cantidad de información inimaginable para nosotros tan sólo unos años atrás. Se divierten de una manera distinta a lo que lo hacíamos nosotros. No digo que sea mejor o peor, digo distinta.

Sin embargo fueron algunos jóvenes, alumnos del colegio, con quienes entablé una excelente relación, los que me han abierto y enseñado una manera nueva de divertirme.

Siempre adherí a la máxima de Rabi Janina (Taanit 7:1), Harbe lamadti merabotai, umejaverai ioter me rabotai, umitalmidai ioter mikulam.

¿Cuál es este nuevo método de entretenimiento? El sudoku.

Tal vez algunos de ustedes lo conozca, incluso lo haya jugado, se haya entusiasmado y hasta se haya vuelto adicto, cómo me pasó a mi.

Les comento rápidamente de que se trata.

Este juego se compone de una cuadrícula de 9x9 casillas, que está a dividida en cajas o regiones de 3x3 casillas. Partiendo de algunos números ya dispuestos en algunas de las casillas, hay que rellenar las casillas vacías con dígitos del 1 al 9. No se debe repetir ningún dígito en una misma fila, columna o región. Un sudoku está bien planteado si la solución es única.

Resumiendo: hay que rellenar la cuadrícula de modo que: cada fila, cada columna y cada región contenga los números del 1 al 9, sin repetirse.
No hay datos exactos de donde se originó este juego, es posible que el famoso matemático Leonhard Euler (1707-1783), a partir de sus trabajos sobre el cálculo de probabilidades (Cuadrados Latinos) le haya dado origen.

A finales de los años setenta, más precisamente en 1979, aparece en Nueva York (publicado en la revista Dell Magazines), el primer Sudoku, que en aquel entonces tenía el nombre de Number Place.

Posteriormente, la empresa japonesa (Nikoli) especializada en pasatiempos, lo exportó a Japón publicándolo en el periódico Monthly Nikolist en 1984 bajo el título Suji wa dokushin ni kagiru, que se puede traducir como: los números deben estar solos. Fue Kaji Maki, presidente de Nikoli, quien le puso el nombre. El nombre se abrevió a Sudoku (Su = número, Doku = solo), ya que es práctica común en japón tomar el primer kanji de palabras compuestas para abreviarlas.

En 1997 Wayne Gould, un juez neozelandés, durante unas vacaciones en Japón, encontró una revista de Sudoku, juego que tenía una enorme aceptación entre los ciudadanos japoneses. Gould, que había estudiado programación de computadoras como pasatiempo, escribió un programa para generar sudokus al azar. Más adelante preparó algunos sudokus y fue a hablar con el editor de notas especiales del diario británico The Times, se ofreció a suministrarlos gratis siempre que el diario publicara la dirección de su página en la internet, el editor aceptó, pero éstos no fueron publicados hasta fines del 2004. Y desde entonces, este juego se ha convertido en un fenómeno de masas, extendiéndose por periódicos y publicaciones de todo el mundo.

Ya se han creado algunas técnicas para resolverlo y cuando uno le toma la mano se transforma en un entretenimiento único.

De acuerdo a la enseñanza de los sabios los juegos prohibidos en nuestra tradición son aquellos que se basan en el azar, pero los que incentivan el ingenio y el aprendizaje siempre estuvieron permitidos e incluso, estimulados.

Queridos amigos, Rosh Hashaná, es el comienzo de un nuevo año, y como tal tenemos la posibilidad de por una vez dejar el azar de lado replantearnos con inteligencia, habilidad e ingenio, los distintos aspectos de nuestra vida.

Es el sudoku, este juego tan simple, tan ingenuo, que con su sencillez nos invita a enfrentar los desafíos de la vida.

Veamos:
1) Al igual que en el sudoku, la vida nos plantea lugares en blanco, espacios vacíos que debemos llenar con inteligencia y paciencia.

Cuando percibimos que nuestra vida carece de sentido, cuando descubrimos espacios que son difíciles de llenar como un ser querido que ya no está o un empleo que se perdió, debemos hacer un alto. Necesitamos imperiosamente alejar la vista del juego de la vida, mirarla con un lente distinto y actuar con inteligencia y paciencia. Al igual que en el sudoku, si uno es juicioso, esos espacios se completarán.

2) Así como en el sudoku, en la vida, uno debe estar seguro de los pasos que da. Si uno se equivoca en paso sencillo, puede dañar todo lo que hizo hasta el momento.

La confianza se gana a centímetros y se pierde a kilómetros, si no somos cuidadosos en nuestras relaciones familiares, comerciales, si no las alimentamos a diario, probablemente ante el menor descuido, éstas se derrumben.

Ten cuidado, de cada paso que das en la vida depende el siguiente.

3) Al igual que en el sudoku, en la vida tenemos la posibilidad de borrar y volver a empezar, sin embargo debemos saber que tanto en la vida como en el sudoku, quedan marcas que son difíciles de disimular.

Rosh Hashaná y Yom kipur son la posibilidad que nos da nuestra tradición de recapacitar, de borrar nuestros errores a sabiendas de que éstos han marcado al prójimo, han dejado una cicatriz en el papel de tu ser querido. Todos nos podemos equivocar y debemos ser los primeros en reconocer nuestros errores.

Leemos en una de las Tefilot más emocionantes de la liturgia de estos dias, Unetane Tokef, tal como traduce nuestro majzor:

“Pero el arrepentimiento, la oración y la tzedaka atenúan (maavirim) la severidad del veredicto”. Es cierto que quedarán huellas en el papel, pero no todo está perdido, todavía somos capaces de aliviar, de atenuar el daño, podemos siempre borrar y comenzar de vuelta.

4) Al igual que en el sudoku, en la vida los números son importantes, pero más importante es saber manejarlos.

No creas que por trabajar un par de horas más vas a ahorrar más dinero. No creas que por dedicarle algunos momentos de tu día a tu familia mientras piensas en tus obligaciones comerciales vas a entablar una mejor relación con tu hijo o con tu pareja. Tus finanzas, tu economía son muy importantes, pero si perdemos la habilidad de manejarlos, de entender que nos estamos volviendo esclavos y no dueños de nuestros números nunca resolveremos el juego. Tarde o temprano necesitaremos un descanso, físico y mental.

¿Para que esperar? Lo tenemos tan cerca nuestro.

El shabat es el momento de dejar de ser prisionero de las cifras, de los horarios. El descanso semanal no es la consecuencia de los 6 días de trabajo, sino el objetivo de los seis días de trabajo o de creación. La filosofía debe ser, trabajo seis días a la semana para poder gozar el shabat y no, descanso en shabat para trabajar bien durante la semana.

Quinto y último, así como en el sudoku, en la vida uno puede llegar a nueve, nunca al 10, a la perfección. Perfecto es uno solo, el creador.

¿Cuántas veces nos creímos todopoderosos, infalibles?

El ejemplo más común es cuando comenzamos a hacer ejercicios… Vamos todos confiados en que somos superhéroes y terminamos con analgésicos y antinflamatorios.

Creemos que somos los mejores en nuestro puesto y por eso dejamos de reconocer virtudes y logros en nuestros colegas.

Sentimos que D´s no podrá con nosotros, que el mundo debe rendirse a nuestros pies y eso no hace mas que hacernos daño.

Rosh Hashaná, un nuevo aniversario de la creación, nos recuerda, que como en el sudoku, solo podemos llegar hasta nueve, la perfección, la excelencia, la magnificencia le pertenecen a D´s.

Rosh Hashaná es el comienzo de diez días que deben servirnos para hacer teshuva, para transitar el camino del retorno, del arrepentimiento.

Rosh Hashaná es el comienzo de diez días que deben servirnos para hacer tefilá, avoda shevaleb, el rezo, la plegaria, la oración, deben ser el motor que movilice nuestros corazones.

Rosh Hashaná es el comienzo de diez días que deben servirnos para hacer tzedaka, para partir, repartir y compartir, para participar, para colaborar.

Rosh Hashaná nos invita a comenzar un nuevo capítulo en nuestras vidas.

En relación a esto se cuenta la siguiente anécdota.

Un empresario muy rico cada año solía enviar con su secretario un generoso cheque de contribución para la sinagoga de su pueblo.

Un día, imprevistamente, el empresario en persona va a visitar la sinagoga y al rabino.

"¡Qué gusto me da verte, hace tiempo que no venías por acá!, le dice el rabino.

"Bueno, la verdad, es que no me traen buenas noticias. Vengo porque este último tiempo me ha ido muy mal, especialmente en los negocios; por eso, he querido traerle yo mismo el cheque de este año, como verá, es menos de la mitad que el de los años anteriores", dice el hombre, acongojado.

El rabino, con un tono comprensivo, trata de tranquilizarlo;
"No te preocupes, D’s nos va a ayudar. A nosotros y también a ti, que parece que lo necesitas".

"No, no lo creo, rabino, soy consciente de que ya no hay forma de salvar esta situación", responde el hombre, invadido por la desesperanza. "Han habido demasiados errores y de todos y soy el responsable".

Entonces el rabino, que comprende la difícil situación económica por la que atraviesa el empresario, le ofrece devolverle su contribución.

"Gracias", le dice el hombre, "eso no cambiaría demasiado las cosas; lo único que le pido es que sepa comprender que a partir de ahora ya no podré seguir colaborando con la sinagoga".

"No te preocupes por eso, nos arreglaremos…", le dice el rabino.

"Antes de irte, déjame contarte algo que puedes tomar como consejo. Cuando nuestros ancestros se encontraban perdidos en medio de una crisis a la cual no le encontraban salida, solían tomar el libro de los Tanaj con el lomo hacia arriba y lo alzaban unos cuantos centímetros por encima de una mesa. Ellos solían recitar algún salmo y con toda su fe, y con mucha delicadeza lo dejaban caer para que se abriera, al azar, por el impacto. Entonces, con los ojos cerrados, ponían un dedo en el texto y leían el párrafo señalado al azar. Allí, en esa frase del libro sagrado elegida por casualidad solían encontrar la respuesta a su problema. Ellos decían que sus manos eran guiadas por el mismo D’s, porque para Él siempre hay una salida".

El hombre escucha la historia con recelo, agradece y se marcha con una tibia sonrisa.

Seis meses pasaron desde aquella vez.

Una mañana, una limosina blanca, enorme, se estaciona frente a la puerta de la sinagoga. El mismo hombre, finamente vestido, con otra templanza y una sonrisa que le desborda el rostro, baja del automóvil.

El rabino lo reconoce inmediatamente y, después de un fuerte abrazo le dice:

"Me alegra tanto que nos visites…sospecho que te traen mejores noticias que la última vez que nos vimos".

"A mi también me da gusto verlo, rabino", contesta el hombre, exultante; "en efecto, he venido de prisa a saludarlo y para traerle la mitad del dinero que no pude darle el año pasado. Es más, si no se ofende, me encantaría duplicar mi contribución de este año".

"Bueno, muchas gracias, me alegra saber que te acuerdas de nosotros también en los momento de alegría".
.
"¿Cómo no acordarme, rabino? Después de todo, este cambio no habría sucedido si usted o me hubiera contado la historia de la costumbre ancestral del Tanaj."

"¿Cómo es eso hijo?".

"¿Se acuerda que vine angustiado por el desastre en el que me encontraba? Después de escuchar su historia le confieso que me fui casi riéndome de su ingenuidad. Mi problema es concreto y material, no del espíritu, pensé. Pero en casa me encontré tan desesperado que tomé el Tanaj de la biblioteca y me animé a seguir su consejo…Al leer lo que mi dedo señalaba entendí todos mis errores y pude empezar a salir del horrible lugar en el que estaba… Una vez más, gracias, rabino, ha sido un gran placer verlo. Nos volveremos a ver el año próximo…", y dicho esto empezó a marcharse…

"Un momento, un momento…Estoy muy interesado en saber qué decía en la hoja que tu dedo señaló en el Tanaj".

"Ah, claro, decía: “Capítulo 15”.

"¡Qué bien!", responde el rabino y agrega: "Perdona mi mala memoria, pero ¿qué dice el capítulo 15?

"¡Ah!, no lo sé, nunca lo leí", responde el hombre.

"No entiendo", dijo el rabino, entonces…¿cómo te ayudó?

Es que en ese momento me di cuenta inmediatamente, de que más allá de lo que dijera el capítulo 15...el capítulo anterior, el 14, había terminado. Para empezar un nuevo capítulo, hay que terminar el anterior.

Queridos amigos nuestra vida no está librada al azar.

Rosh Hashaná es el momento para comenzar un nuevo capítulo en el libro de la vida.

Esta vida que está guiada por el kadosh baruj hu, por la providencia divina.

Así como cada juego tiene sus reglas, la vida también las tiene.

Recordemos juntos las 5 reglas para resolver el sudoku pero por sobre todo para renovar este año con esperanzas de cambio.

1) Llenar con inteligencia los espacios en blanco.
2) Actuar con seguridad y certeza a la hora de tomar una decisión.
3) Tomar conciencia que algunos errores dejan huellas y tener capacidad para borrar y volver a empezar.
4) Dar más importancia al manejo de los números que a los números en sí.
Por último, así como en el sudoku, en la vida uno puede llegar a nueve, nunca a 10, a la perfección. La perfección no le pertenece a los humanos, perfecto es uno solo, el creador.

Que el creador nos de la capacidad de no dejar librado nada al azar y de resolver correctamente en el juego de la vida.

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