sábado, 1 de septiembre de 2007

NUEVA Rab. Bronstein - Erev Rosh HaShaná 5770

En la pasada Kalá de estudios que se desarrolló el pasado mes de agosto de este año 2009 en Santiago de Chile, con la Asamblea Rabínica Latinoamericana tuvimos un desafío de parte del Decano del JTS, el rabino Dany Nevins.

El profesor Nevins tomó uno de los versículos que abren la lectura de la Torá del 2º día de Rosh Hazaña, la lectura de la Akedá o atadura de Itjhak y nos propuso tratar de hacer brotar del versículo significados que fueran trascendentes para todos los que nos congregamos en la sinagoga en esta primera noche del año 5770.

Justamente esa misma mañana habíamos estudiado durante más de dos horas todo el capítulo 22 de Bereshit con el profesor Uriel Simón, quien vino especialmente desde Israel para enseñarnos ese y varios otros episodios de las Escrituras en relación estrecha con las Altas Fiestas.

El profesor Simón nos dio una mirada exhaustiva desde el punto de vista de la comprensión literal, llana y simple de cada capítulo abordado. Lo que la tradición interpretativa denomina el Pshat.

Y que de acuerdo a Rash”i, debería ser siempre la base ineludible de toda interpretación honesta.

Lo que ahora el otro profesor nos proponía era una mirada desde el punto de vista que la tradición conoce como DRASH, la interpretación no literal.

Abordar el texto NO desde lo que el texto dice, sino desde el punto de vista del lector. Qué nos podría enseñar este texto a nosotros HOY Y AQUÍ.

El Pshat se preocupa por lo que el autor del texto bíblico quiso que este texto enseñase a quien sería el lector en ESE tiempo y en ese lugar.

Por lo tanto la primera lectura honesta de todo texto, el bíblico incluido debe ser siempre desde la mirada del autor y la del 1er lector.

Ya más tarde tendremos tiempo para las especulaciones y vericuetos del Drash.

El texto es el de Bereshit 22:3: וייהh ביום השלישי וישא אברהם את עיניו וירא את המקום מרחוק
“Al tercer día, alzó Abraham sus ojos y vio desde la lejanía el lugar”.

Hay algunas preguntas que se me ocurrió que se pueden plantear al texto para tener una aproximación midráshica al mismo:

1- ¿Qué significación tiene el 3er día? ¿Por qué no se habla de los que sucedió el segundo día, o el 1er día desde que Abraham e Itzhak salieron de su casa?

2- ¿Tiene algún significado especial el “levantar los ojos para ver”? ¿O es solo una expresión literaria ordinaria?

3- El haber visto el lugar desde lejos ¿Qué importancia especial se le puede asignar a esta distancia en el relato? Y si se dice explícitamente que Abraham vio desde lejos, ¿por qué el texto cállale hecho de que luego estuvo cerca?

No intentamos responder a todas las preguntas, pero el simple hecho de dejarlas planteadas nos ayuda a acercarnos (desde lejos, como el versículo mismo le dice) a un inicio de comprensión y valoración de uno de los textos más fundacionales e importantes de la imaginería histórica, litúrgica y mítica del judaísmo.

Intentemos algún atisbo de análisis.

…”Al tercer día…”

¿Puede tener un significado especial que el texto nos diga lo que sucede al tercer día y calle el hecho de que los días anteriores fueran el 2º y el 1er día?

Veamos…


Hay al menos otros cuatro versículos en el mismo libro Bereshit; y por lo menos tres más en los otros libros de la Torá que usan la expresión “Bayom Hashlishí”; “al tercer día”. (Y esto, sin contar y quitando el 3er día de la Creación del Mundo en Génesis 1).

El primero de ellos está en Génesis 31:22 y dice: “Le fue dicho a Labán al tercer día que Yaakov había huido”.

El tema aquí es la huida, el ocultarse; pero también buscar una nueva vida, retornando al hogar paterno.

Otro es el de Génesis 34:25: “Al tercer día, cuando (los habitantes de Shjem) estaban doloridos (convalecientes por haberse circuncidado)…”. Aquí se trata de la violencia practicada como venganza, a traición, sin miramientos ni indulgencia.

El 3er versículo en el Génesis dice: (Génesis 40:20) “Fue al tercer día, cuando el Faraón cumplía años… Y se olvidó el copero de Faraón de Iosef”.

El tema, la ingratitud, el olvido, el egoísmo, la indiferencia. (De paso, esta es la única vez en todo el Tanaj en el que se menciona la costumbre de festejar el cumpleaños…)

Y para terminar con el 1er libro de la Torá veamos los que dice en el capítulo 42 versículo 18: “Les dijo Iosef (a sus hermanos) haced esto y viviréis. Yo temo a D´s…”.

¿Cuál es el tema aquí?

Nada menos que el deseo de vivir y la reverencia a D´s. O mejor aun: Para vivir, se debe hacerlo dentro de los parámetros de temor y reverencia a D´s.

En el libro de Éxodo (19:11) encontramos de nuevo, al igual que en la 1ª y en la última citas del Génesis, el 3er día en relación con la presencia de D´s:
“Estad preparados para el 3er día. Porque en el 3er día D´s descenderá a la vista de todo el pueblo…”

Las citas de los libros de Vaykrá y de Números tienen relación con los sacrificios, así que por ahora los dejamos de lado.

Recapitulando, tenemos que en la Torá la expresión que leeremos en la lectura de la 2a mañana de Rosh Hashaná, “Al Tercer Día” aparece al menos 10 veces en el texto; 5 veces relacionado con el culto sacrificial y las demás como parte de relatos sobre los patriarcas en los que se mezclan la presencia de D´s con el retorno al hogar, la destrucción violenta, el olvido y la ingratitud; y se cierra el círculo del 3er día con el arte de vivir y la reverencia al Creador.

Pero retornemos por un segundo a una de las preguntas que nos planteamos al inicio:

¿Puede tener un significado especial que el texto nos diga lo que sucede al tercer día y calle el hecho de que los días anteriores fueran el 2º y el 1er día?

El comentario del Humash Etz Hayim, que es algo así como la “palabra oficial” del Movimiento Masortí nos dice que 3 días es una convención que el texto bíblico adopta para dar a entender que ha pasado un tiempo de duración significativa en especial cuando se relaciona con viajes y en esta caso, para incorporar el mandato de D´s.

Ahora entonces vayamos a la otra frase y a tratar de entender qué le decía al lector de la época de la Torá y qué nos puede significar a nosotros hoy.

La frase es: “Levantó Abraham sus ojos”.

Hay 8 versículos que contienen esta frase en la Torá (no contamos los de los libros proféticos); 4 de ellos, la mitad, están directa indirectamente ligados a la figura de Abraham.; y de estos 2, o sea la mitad son los que aparecen en este episodio de la Akedá.

Los otros versículos están relacionados con Lot; con la aparición de ángeles enviados por D´s; con Isaac y el 1er encuentro que tuvo con su esposa Rivkah.

El último de los versículos de Bereshit trata del reencuentro de Iosef con su hermano Biniamín.
Y la última cita, la de Bamidbar (Números), habla de cuando el profeta Bil´am levanta sus ojos y ve frente a él al campamento de Israel.

A diferencia de la cantidad de temas que encontramos con la expresión Bayom Hashlishí, la tercer día, en este caso se dan casi de manera exclusiva dos sujetos: el encuentro y reencuentro entre dos personas o entidades distanciadas.
La Torá nos dice: Para reencontrarnos con quien nos importa, con quien amamos, con esa persona a la que queremos ver y con quien deseamos compenetrarnos.

Para que se produzca el ansiado encuentro con el campamento de Israel, con nuestra identidad más raigal y profunda; es necesario que LEVANTEMOS LOS OJOS.

En el siglo XX el filósofo Emmanuel Levinàs nos dice que nunca se ha hecho suficiente hincapié en la necesidad de saber mirarnos y poder vernos en los ojos y e la mirada del otro, del prójimo.

Levantar los ojos no es para Levinàs solo una opción. Es la esencia de la aceptación de la existencia de D´s al saber reconocernos en la existencia del otro como entidad a la par mío e igual a mí a los ojos de D´s.

Curiosamente, mucho antes de esta innovación radical de Levinàs; en la tradición judía talmúdica y medieval el ideal era el contrario: la virtud e la persona modesta consistía en caminar con los ojos mirando al piso.

Por ejemplo así nos dice el Rabí Ioná Girondi en su libro Shaare Teshuvá: “...Y que no camine erguido… y no alce la mirada, no sea que al cruzarse con su prójimo sus ojos se
encuentren”.

Y el Ramba”n (Najmánides) en su famosa epístola a su hijo dice algo parecido: “debes hablar con calma, tu cabeza hacia el suelo y tu corazón hacia el cielo; tus ojos deben mirar hacia abajo, hacia el piso…”.

Leyendo a estos dos sabios catalanes de los siglos XIII y XIV, un lector contemporáneo podría cuestionarse, ¿dónde quedó la recomendación de la Torá de levantar los ojos para reencontrarnos?

Rosh Hashaná y Iom Kipur consisten en tres días intensos.


En ellos por un lado, se nos pide que pongamos la mirada en nosotros mismos, que escrutemos nuestra conducta y nuestras muchas faltas; que solo así podremos encarar el año que se inicia renovados.

Pero vemos que el versículo de la Akedá y que la tradición interpretativa nos piden también otra mirada:

la aptitud de saber levantar los ojos, de poder ver a quienes nos importan desde la óptica del rencuentro que solo se da cuando sabemos poner los ojos en los que NO es el yo de cada uno; en lo que es el resto de la humanidad, el resto de la comunidad, el otro de nuestra sociedad.

Que sepamos mirar hacia arriba y hacia fuera con mirada humana y profética a la vez; ya que solo quien es capaz de ver fuera de sí puede entender lo que sucede ahí fuera; denunciar lo torcido e injusto y cambiarlo.


Después de 3 días (“…al 3er día…”) de ejercer el judaísmo con intensidad y asiduidad, de transpirar y absorber, de sentirnos parte y activar.

3 días en los que no nos disfrazamos de judíos (Iom KE Purim) sino que sentimos, asumimos y estamos en la trinchera de la vida judía, de la activación comunitaria.

3 días en los que no precisamos fingir que lo judío nos preocupa, que ocupa un lugar en nuestro corazón y en nuestra atención.

Pero después de esos 3 días (“… al 3er día”) todo se vuelve a ver desde el horizonte, desde lejos.

Otra vez las prioridades para la identidad judía se desvanecen y desdibujan entre los colores fuertes y firmes de las obligaciones de estudio, laborales, familiares, personales.

Curiosamente, el texto del Génesis no dice que Abraham vio al 3er día el monte desde lejos, sino que vio EL LUGAR, HAMAKOM. Y en hebreo rabínico, la palabra MAKOM, es uno de los apelativos para nombrar a D´s.

Vamos a pasar 3 días en esta sinagoga. En todas las sinagogas del mundo. Vamos a intentar alzar nuestros ojos para poder ver más allá de nosotros mismos, de nuestras necesidades, mezquindades y miserias.

Vamos a tener la intención seria de que, al alzar los ojos se produzcan reencuentros y encuentros trascendentes y significativos.

Ahora, este 1er día, la pregunta que nos debemos plantear es: ¿Qué vamos a hacer después del 3er día?

¿Volveremos a hundir nuestros ojos en el piso; en nosotros mismos, en nuestro egoísmo y auto indulgencia, pretendiendo que EL OTRO no existe y que no tiene las mismas demandas y necesidades que nosotros? ¿Dejaremos solo a Hamakom a D´s?

O como supo hacer Abraham Avinu, retornaremos enteros, honestos, con la mirada alzada pro sin perder la humildad a enfrentar la vida con tesón, con decisión de hacer lo correcto y lo derecho a los ojos de D´s?-

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