domingo, 2 de septiembre de 2007

Rab. Ariel Kleiner - El nacimiento de Itzjak

Rosh HaShana. Cabeza del año.
Comienzo de un nuevo año.

¿Qué es lo que celebramos en Rosh HaShana?
Hoy contamos 5765 años.
¿Cuándo comenzó esta cuenta?

En Rosh HaShana celebramos la creación del Mundo.
Nuestra cuenta comienza con el nacimiento del primer hombre, de Adam.
Hace 5765 año el hombre fue llamado a la existencia.

En unos instantes daremos inicio a la lectura de la Torá de esta mañana.
Leemos el nacimiento de nuestro segundo patriarca, el nacimiento de Itzjak.


La pregunta que nos surge es:
¿Si hoy celebramos la creación del mundo, por qué motivo no leemos el relato de Breishit, el relato de la creación?

Rosh HaShana es – según nuestro Luaj – el “simbólico aniversario” de la creación.
Pero la cuenta NO es universal, sino que es particularmente Judía!
Es un cálculo tradicional que establecieron nuestros sabios de Bendita Memoria.

Podríamos decir – entonces – que el relato de la creación (Breishit) es universal, y como hoy celebramos un comienzo peculiarmente judío, leemos el nacimiento de Itzjak que fue el primer ser humano que nació en el marco de una Familia Judía.

Abraham su padre, fue el primer judío, pero él no nació en una Cuna Judía, sino que tuvo que salir de la casa de su padre para adoptar tal forma de vida. Itzjak fue el primer hombre que realizó su Brit Milá a los ocho días como nos ordena la Torá.

Rosh HaShana es un nuevo comienzo y al leer el nacimiento de Itzjak celebramos la renovación del tiempo… pero del tiempo de nuestro Luaj, del tiempo judío.

En estos momentos de nuestro calendario hacemos nuestro Jeshvon HaNefesh, nuestro balance del alma - en el año -, en donde nos evaluamos en relación a nuestro prójimo y en relación a D’s.

La renovación del tiempo en nuestra tradición nos propone hacer una evaluación como judíos.

Debemos responder:

¿Cómo fue mi relación con D’s este año que pasó?
¿Cómo deseamos que sea nuestro vínculo con La Divinidad este año que se inicia?
¿Cómo actuaremos en consecuencia para que podamos establecer esa Unidad?
¿Cómo nuestra vida se verá modificada una vez que la santidad de los Iamim Noraim se despida de nosotros hasta el próximo año?

Esta es la lectura que compartiremos en esta mañana.
El nacimiento de Itzjak, el primer ser humano que nació dentro de un seno judío.

Este periodo de Iamim Noraim – de días terribles – que van desde hoy –Rosh HaShana - hasta Iom Kipur, nos enseña lo dificultoso que es mirarnos a nosotros mismos a la luz del año transcurrido.

Este trabajo de introspección y reflexión nos hace vernos en un desierto, en nuestro desierto personal, nos enfrenta con nuestras propias encrucijadas.

Luego del nacimiento de Itzjak, nuestro texto nos narra el relato de Agar – concubina de Abraham – junto a su hijo Ishmael.

Debido a una situación de celos – que no analizaremos ahora – Abraham se ve obligado a enviar al desierto a Agar y a Ishmael.

Nos dice la Tora: “Vaikaj Lejem VeJemat Maim”
Tomó Pan y Agua y se los dio a Agar para que emprenda su travesía por el desierto.

En el andar por el Midvar de Beer Sheba, Agar e Ishmael se quedan sin agua.

Imaginemos la desesperación de una madre, luego de ser enviada al desierto junto a su hijo y quedarse sin agua. Terrible.

Opta por dejar a Ishmael en un lugar determinado, se aparta unos pasos y dice:
“No deseo ver la muerte de mi hijo”
Agar no desea ver su sueño que se desvanece.

Su hijo - parte de si misma - no soporta ver su sufrimiento y se aparta.

¿Cuántas veces nosotros caminamos por el desierto de La Vida, sedientos y no hallamos agua?
¿Cuántas veces en nuestro andar por la vida desesperamos?

Sentimos que distintas situaciones nos superan, no sabemos como abordarlas, no sabemos por dónde empezar, nos ahogamos en el Agua – que no hay en el desierto.
Ingresamos al laberinto sin mapa y no encontramos la salida.

En ese momento de angustia y desesperación –a Agar - se le aparece un ángel y le dice: “no temas”. Pero ¿Cómo no temer ante tal situación?

Continúa el relato de la Tora y nos dice:
“VaIpakaj Elokim Et Einea VaTere Beer Maim…”
D’s abre los ojos de Agar y le permite ver una fuente de agua.

Nuestros sabios nos enseñan en el Midrash que el pozo siempre estuvo ahí, D’s fue el facilitador para que Agar pueda ver el agua en el momento de desesperación.

¿Recordamos en nuestras vidas situaciones similares?
Situaciones que no veíamos la salida, que era todo arena y estábamos desesperanzados.
Ya habíamos bajado los brazos y en ese momento Alguien nos propuso ver lo mismo de otra manera, cambiar el ángulo de Visión.

Pararnos en la otra esquina donde se ve aquello que no veíamos desde el Otro Lado.

Muchas veces vemos nuestro año como desierto,

Perdemos la capacidad de ver los frutos de aquello que plantamos con tanto amor y entusiasmo en la época de la siembra.

Iamim Noraim, son los días Terribles.
El momento de desesperación en la angustia de la introspección.

El relato de esta mañana nos propone tomar distancia de nuestra situación – al igual que lo hizo Agar, apartándose solo unos pasos de su hijo Ishmael -, para ver nuestra vida en perspectiva y no desanimar.

Para hallar la inspiración y ver el agua que Hay en el desierto.

Iamim Noraim es hallar el manantial viviente.
Es el tiempo que consagramos en medio del Midvar.
Para tomar renovadas energías y comenzar a andar.

¿Cuales son las fuentes de agua que tenemos en nuestros Desiertos cotidianos?
La familia, los amigos, la comunidad…
Los tiempos que consagramos.
Y todo aquello que para vos, es Sagrado.

El desafío es cómo insertamos nuestra relación con D’s a en nuestros manantiales cotidianos.

En nuestra Familia, entre nuestros amigos y en nuestra comunidad.
En todo aquello que para vos, es Sagrado.

¿Cómo hacemos que nuestros vínculos vibren con la presencia de la Shejina, de la divina presencia?

Esta es la pregunta que nos hace nuestra tradición y nosotros debemos Responder, Ser Teshuva.

Quiera D’s que en este nuevo comienzo tengamos la capacidad de tomar la distancia necesaria para poder ver con mayor claridad.

Que podamos comenzar a ver y hallar los manantiales vivientes que se encuentran en el desierto de la vida.

Con este espíritu nos vamos a introducir en la lectura de la Tora.

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