sábado, 1 de septiembre de 2007

Rab. Kraselnik - Rosh HaShaná 5767

"¿Por qué Rosh Hashaná tiene un clima menos festivo y parrandero que el del año nuevo?".
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Así me preguntaba uno de mis estudiantes del Colegio Isaac Rabin, un joven comprometido e inquieto espiritualmente.
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"Es que Rosh Hashaná es una jornada festiva pero solemne en donde debemos afrontar el juicio divino", le respondí.
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"Pero “prof.”, “Año nueva vida nueva", insistió. "Borrón y cuenta nueva".
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"Exactamente lo opuesto es lo que la Tradición judía nos enseña en relación con Rosh Hashana", le contesté. "No hay borrón sino evaluación y arrepentimiento, sólo así podemos empezar una cuenta nueva".

Es cierto, los jóvenes con su entusiasmo y optimismo natural piensan siempre hacia delante. La perspectiva de comenzar de nuevo los motiva tanto que se olvidan de la necesidad de reflexionar sobre lo que hemos hecho en el año que acaba de terminar para ver como vamos a cambiar, como vamos a mejorar.
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Porque el cambio es necesario, es imprescindible.
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Martín Buber, el gran filósofo judío del siglo XX escribió:
"El cambió de dirección vital es un concepto central en la concepción judía del camino del hombre. El cambio renueva al hombre desde adentro y modifica su posición en el mundo de Dios."
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Y Rosh Hashaná es el marco apropiado para empezar a asumir los cambios que van a orientar nuestro desempeño en todos los ámbitos de la vida.
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Esta noche, simbólico aniversario de la creación del mundo, es el momento en el cual afrontamos la realidad de nuestras vidas y con decisión definimos los lineamientos de cómo vamos a resignificar nuestra experiencia.

Con este objetivo en mente, permítanme compartir algunas ideas que deberían ayudar en nuestra reflexión.

Una de las vivencias más significativas que tuve este año, fue mi viaje a Varsovia.
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Invitado por mi amigo y colega el Rabino Harry Levin, tuve el gran honor y privilegio de participar de un Beit Din, un tribunal rabínico que permitió la conversión formal al judaísmo de 18 personas, entre adultos y niños.
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No les tengo que dar muchos detalles para que puedan sentir el impacto profundo de la experiencia.
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60 años después de la Shoa, 60 años después de la peor tragedia que vivió nuestro pueblo en su historia, 18 nuevos judíos (un número muy simbólico) emergieron como testimonio de la renovación de la vida judía en Polonia.
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A lo largo de una semana inolvidable, escuchamos las historias de cada uno. Durante horas nos asociamos a sus sueños, a sus búsquedas, a sus aspiraciones. A veces los silencios eran muy elocuentes, otras, los rostros decían mucho más que las palabras.
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Las risas distendían los nervios y la ansiedad, y tampoco faltaron las lágrimas que más de una vez brotaban de nuestros ojos frente a la emoción surgida a partir de esos relatos conmovedores, como cuando escuchamos la historia de Adam, un joven judío de veintitantos años, quien en el cuarto de recuperación del hospital, después de ser circuncidado (ya que no tenía brit milá) se paró todavía dolorido y se acercó a la camilla en donde también estaba recuperándose de su circuncisión, el padre de su novia. Y en ese lugar y bajo esas circunstancias, le pidió la mano de su hija.
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Es increíble, he contado esta historia más de 50 veces y cada vez que la cuento, se me eriza la piel. Por cierto, la boda será en Varsovia el 11 de noviembre. Esta semana recibí la invitación.

Y cómo no conmoverse frente a la devoción de aquellos que retornando a sus raíces, asumen su responsabilidad de forma tan entusiasta, tan comprometida. Y créanme que todavía no es fácil en Polonia, ser y decir que uno es judío.

El último día en Varsovia, pocas horas antes de salir, sentados en el hotel con una taza de café en la mano, el rabino Harry Levin, el corazón de este proyecto maravilloso, me preguntó qué es lo que más me había impactado de todo lo que había visto y escuchado.
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"La pasión", le dije. "La pasión de cada una de estas personas. La pasión que sienten por el judaísmo. El fervor con el que asumen su deseo de vivir una vida judía significativa. El orgullo que sienten por este paso sustancial, por esta transformación en sus vidas."
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"Y hay algo más que debo decirte", agregué. "Antes de venir, para mi Polonia era sinónimo de Shoa, de muerte, de destrucción. Hoy me voy impregnado por el entusiasmo del renacimiento judío pero por sobre todas las cosas, por la pasión que sienten cada una de estas personas por su judaísmo".
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Ojala pudiera llevarme algo de esto a Panamá, una especie de comprimido de esta fogosidad, de este ardor espiritual para la gente de mi congregación.

Y este mis amigos, es mi mensaje para esta noche.
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Nosotros, que tomamos el judaísmo con naturalidad, que damos el judaísmo por descontado, tenemos mucho que aprender de este compromiso sincero y profundo de cada una de estas personas, de cada una de estas familias. Si, nosotros para quienes es tan fácil y natural ser judíos
A veces nuestro judaísmo se vuelve algo amorfo, un acompañante lejano de lo que somos, una cualidad más que no aporta a nuestra esencia. Nuestro judaísmo no es más que un dato.
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Por eso en este Rosh HaShana les propongo que asumamos el cambio. Tomemos la decisión de vivir nuestro judaísmo con pasión.
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Comprometámonos con una vida judía que nos haga sentir orgullosos de lo que somos. Llenemos estas hermosas paredes de plegarias todo el año. Dediquemos tiempo y esfuerzo al estudio de nuestra tradición. Participemos activamente de la vida comunitaria. Construyamos hogares embebidos de rituales y tradiciones para que enriquezcan nuestra experiencia judía y la de nuestros hijos.
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Debemos dejar de ser judíos intermitentes, debemos dejar de ser judíos “part – time”.
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En esta noche sagrada, frente a Dios y frente a la Torá, afirmemos nuestro compromiso por ser judíos en serio. Judíos “full time”. O mejor aún judíos “full life”.
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Seamos judíos serios, que asumimos con pasión la manera de vivir cada día. Seamos judíos responsables en la forma en que construimos nuestra familia; seamos judíos comprometidos en el modo en que nos relacionamos con nuestros semejantes; seamos judíos cabales en la manera en que llevamos nuestros negocios; seamos judíos fieles en la forma en que comemos; seamos judíos devotos en la forma en que pensamos; seamos judíos íntegros en el modo en que leemos; seamos judíos fervientes en el modo en que rezamos.
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En esta noche, santificada por las generaciones de nuestro pueblo, comencemos a cambiar. Tomemos la decisión: Seamos judíos serios, judíos orgullosos, judíos activos, judíos solidarios, judíos dispuestos a dar lo mejor de si y a vivir judaicamente cada segundo de nuestras vidas.

Se cuenta que la hija de una prominente familia se casó con un tzadik que era huérfano. En la fiesta de la boda el padre de la novia pasó largo tiempo hablando de los logros de sus antepasados y la importancia de su familia. Cuando le tocó el turno, el tzadik dijo que él era huérfano y que tenía un tío sastre. Y su tío sastre lo único que le había dejado eran dos enseñanzas. Primero, cuando te dan una ropa desgarrada haz lo que mejor puedas para arreglarla. Y segundo, cuando te den una nueva pieza de tela - no la arruines

Comenzó Rosh Hashaná, comenzó nuestro juicio. Quiera Dios que podamos hacer lo mejor posible para arreglar las cosas que no hicimos del todo bien.
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Una nueva cuenta se ha iniciado. Quiera Dios concedernos la fortaleza de ser consecuentes con nuestras ideas, y nos inspire para que esta vez, “no la arruinemos”.

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