sábado, 1 de septiembre de 2007

NUEVO Rab. Werbin - El Alfarero

Un alfarero hacía objetos de barro para sus parroquianos. Cántaros, vasijas y jarrones. Macetas, platos y vasos. Eran muy apreciados y solicitados. Pero eran frágiles como el barro del que estaban hechos, y se rompían con facilidad. Y eso le daba pena al alfarero. Que un cántaro que él había hecho con tanto cuidado se rompiese la primera vez que caía al suelo, le destruía el corazón. Pero no había remedio, era inevitable, cualquier golpe fuerte era suficiente para que se partiera.
El alfarero, caminaba todos los días de su casa al trabajo. El camino de ida y vuelta se había transformado en rutinario. Todas las mañanas las mismas caras, los mismos gritos en el mercado, los mismos saludos de buenos días con la misma gente, cada mañana era muy parecida a la que le precedía y probablemente muy similar a la que le habría de seguir.
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Pero esa mañana era distinta a las demás, el sol brillaba de manera diferente, tal vez indicándole que algo debía hacer. Decidió tomar otro camino, en lugar de atravesar el mercado iría por atrás; y esta decisión cambió su futuro. Al igual que en los cuentos fantásticos, encontró una lámpara, la lámpara del genio. Al igual que en los cuentos la frotó y el genio salió. Y al igual que en los cuentos fantásticos el genio dijo: "Tienes tres deseos para pedirme. Solamente tres, piensa bien".
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Pero a diferencia de los demás cuentos fantásticos el genio agregó: Te aconsejo, no los hagas todos a la vez, tal vez te arrepientas de alguno. Es sólo un consejo. Ahora pídeme una gracia, y será tuya.
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Pensó por un instante y dijo: "Pido que los objetos de barro que yo fabrico no se rompan".
-Concedido.
-Gracias, dijo el alfarero.
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Espero sea verdad esto que estoy viviendo, pensó para sí. El alfarero llegó gozoso a su trabajo y guardó la lámpara en un lugar seguro la lámpara. No dijo nada sobre su encuentro con el genio, ni subió el precio de sus objetos, pero disfrutaba en su interior según la gente comenzó a contarle que el cántaro se cayó por un descuido pero no se rompió, que el plato llevaba ya varios golpes y ni siquiera se había mellado, que en una casa se derrumbó un estante con vasos de barro que el había hecho, pero todos quedaron intactos. Su sueño se había hecho realidad.
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Los demás alfareros del pueblo pronto perdieron su negocio. Todos le compraban vasijas solo a él, ya que era las únicas que no se rompían. Y él sonreía con su secreto.
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Luego no fue sólo que los otros alfareros se quedaban sin trabajo, sino que él mismo comenzó a quedarse sin clientes. Como sus vasijas no se rompían, no había que reemplazarlas, y cuando todo el pueblo estuvo surtido con sus cacharros, ya nadie compró más y se pasaban de padres a hijos sin problema. Su deseo de ver a sus cacharros irrompibles, sin intención se transformó en castigo. Se le arruinó su propio negocio. Entonces el alfarero volvió a acudir al genio de la lámpara:
-Cual es tu deseo dijo de manera áspera el genio?
-Te pedí una gracia y me la concediste.
-Bien lo recuerdo, dijo el genio con voz grave.
-Es que ahora necesito otra gracia.
-¿Otra?
-Bueno, no, sencillamente se trata de que retires la gracia concedida.
-¿No te va bien con ella?
-Me ha arruinado el negocio.
Te lo advertí, debes agradecerme que no pediste todos los deseos al mismo tiempo. Los mortales nunca saben lo que piden.
Es cierto, gracias. Esta vez sí lo sé, Señor genio.
Dígame dijo el genio. Que se rompan los cacharros.
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Intentó agradecerle nuevamente, pero el genio ya estaba de nuevo dentro de la lámpara. Y así el alfarero volvió a sonreír, su cacharros volvieron a romperse y de a poco todo regresó a la normalidad. Los demás alfareros volvieron a trabajar, y él volvió a pasar por el mercado como todas las mañanas.

Año tras año prácticamente sin darnos cuenta, la liturgia de Yom kipur nos enfrenta con un piyut, un poema de un autor anónimo que dice así, página 234 del majzor. Ki hine kajomer veyad hayotzer.

Cual barro en manos del alfarero, quien a su voluntad lo moldea y lo forma, así estamos en Tus manos, oh D´s misericordioso. Recuerda pues nuestro pacto, omite nuestros malos impulsos.
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Una vez más prácticamente sin darnos cuenta, nos sentiremos frágiles, débiles, quebrantables, vulnerables como una pieza de arcilla. Una vez más prácticamente sin percatarnos, vestidos de blanco, las manchas más oscuras de nuestra existencia se marcarán como lo hacen las imperfecciones más pequeñas de la cerámica.
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Esta noche, la noche más sagrada para el pueblo judío, la noche de Kol Nidrei, volvemos a reunirnos en la sinagoga para sentirnos como barro en manos del alfarero.
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Y es en esta noche cuando la tefila, la reflexión y el arrepentimiento deben movilizarnos para meditar sobre lo efímero pero a la vez trascendente de nuestras vidas.
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Con qué molde construimos nuestras familias? Le estamos dando la forma que deseamos? Estamos construyendo, estamos creando una familia judía? Le damos todo el contenido judío que podemos a nuestra propia familia o debemos hacer un esfuerzo por un poco más? Podremos sumar una mitzva más en este año?
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Cual barro en manos del alfarero. En esta mágica noche de Kol Nidrei nos preguntamos, de que están hechas nuestras vidas? Sólo de materia o también de espíritu?
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La educación popular de nuestros días enseña a los jóvenes como ganarse la vida, pero ignora ampliamente la necesidad de enseñarles cómo vivir y por qué vivir.
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Qué es lo que hace preciada a mi vasija? Sólo el material con el que está construido y su belleza exterior o también le da valor la capacidad de almacenar algo en su interior?
Son las cuatro paredes las que hacen fuerte a mi hogar o es mi familia la que le da dignidad a las paredes.
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Cual barro en manos del alfarero.
En esta noche única de Kol Nidrei nos volvemos a conectar con el creador, con aquel que nos tiene en sus manos.
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Cómo fue nuestra relación? Donde está D´s en nuestras vidas? Que lugar ocupa? Lo hemos tratado con respeto, con el respeto que merece quien decide nuestro destino? Intentamos sentir su presencia permitiéndole que moldee nuestras vidas con sus manos
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Cuenta Eduardo Galeano, en su libro, Las Palabras Andantes, sobre otro alfarero.
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A orillas de otro mar, otro alfarero se retira en sus años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ya ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia. Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, los recoge y los incorpora a su arcilla."

Hoy nuevamente las mejores piezas se estrellan contra el suelo. En esta noche incomparable de Kol nidrei, volvemos a sentir el gozo de lo imperfecto, de lo perecedero, de lo rompible, de lo vulnerable. La satisfacción de la inseguridad. La esencia de ser mortales. La conciencia de ser imperfectos. Esa es nuestra naturaleza, y en ella debería estar nuestra alegría. Soy feliz porque me puedo romper y porque sé que detrás de mí vendrán más alfareros que volverán a construir y a crear nuevas piezas. Pero también sé que puedo mejorar día a día, que debo mejorar, que es mi obligación dejar la mejor de mis piezas a las generaciones venideras.
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Ustedes piensan que yo me olvidé algo cierto?
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Eran tres los deseos que le dio el genio de la lámpara al alfarero. Ustedes tal vez no me crean, pero quiero contarles que hoy antes de llegar a la sinagoga me encontré por casualidad con el alfarero y me dijo que yo podía hacer uso del tercer deseo. Entonces le pedi, tengo varios deseos pequeñitos al igual que los pedacitos de una vasija que se rompe, puede ser?
Me dijo, ok no hay problema, pero debes compartirlos con tu comunidad.

Entonces queridos amigos estos son:
Que en este año tengamos muchísimos momentos de alegría.
Que en este año leamos y estudiemos más que el año que pasó.
Que en este año cualquier niño que los mire, lo haga con cariño y respeto.
Que en este año tengamos oportunidades para remediar nuestros errores y no volver a cometerlos.
Que en este año tengamos parnasa, sustento, para necesitar menos al prójimo y brindar mas nuestra ayuda.
Que en este año podamos saludarnos cordialmente y decir más veces las palabras por favor y muchas gracias.
Que en este año hayan más embarazos, bodas y crezca nuestra comunidad.
Que en este año se puedan reencontrar hermanos distantes, se puedan abrazar amigos distanciados, se puedan reunir familias alejadas alrededor de una mesa llena de afecto.
Que en este año podamos disfrutar del aroma de las flores silvestres y del canto de los pájaros en una finca.
Que en este Yom kipur podamos rezar con devoción.
Que en este Yom kipur podamos encontrar nuestros propios errores y no los de los demás.
Que en este Yom kipur podamos comenzar a ser ejemplo para nosotros mismos y para los demás.
Y por último, que en este yom kipur seamos inscriptos en el libro de la vida. Gmar Jatima Tova.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente. Lo voy a presentar en nuestra comunidad.
Gracias por compartirlo