sábado, 1 de septiembre de 2007

Rab. Vitas - Abrir las Puertas

La historia nos cuenta que ante la gran puerta se encuentra el guardián. Hasta ese lugar llega un campesino y le ruega al guardián que le permita entrar por ella. Pero el guardián responde que el acceso está vedado.
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El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde.

“Es posible, dice el guardián, pero ahora no.”

El hombre espera ansioso, el guardián se hace a un lado, entonces él decide espiar por la cerradura y descubrir que hay más allá.

Cuando el guardián lo advierte ríe y dice; “Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que si yo te parezco poderoso; siendo el primero; de puerta en puerta irás encontrando guardianes más grandes.”

El campesino no había previsto semejante dificultad. Y se queda esperando. El guardián le presta un banquito y le permite sentarse al lado de la puerta mientras aguarda y decide qué hacer.

Por momentos el hombre se arma de fuerza y pide permiso nuevamente, pero cuando el guardián se para frente a él le recuerda la advertencia de lo que le espera más adelante. Y éste del miedo, se echa atrás.

Nosotros al igual que el campesino estamos frente a la puerta. Nos vemos cansados físicamente, con las gargantas secas; con dolor de cabeza por el hambre … próximos a comenzar con la última Tefilá de Kipur. La Tefilá de Neilá, significa literalmente cierre, clausura y es exclusiva de Iom HaKipurim. Tiene su origen en el cierre de los Portones del Templo de Jerusalén, en tiempos antiguos, luego de los rituales de expiación que se realizaban en Iom HaKipurim.

Hoy no hay rituales de expiación, no se entregan sacrificios. Hoy llevamos adelante tefilot. Hemos elevado nuestras voces durante todo el día; nos hemos dedicado a pedirte, a suplicarte, a implorarte, que nos perdones; que olvides nuestras transgresiones; que nada de lo que hicimos fue intencional; que queremos ser mejores y necesitamos de tu ayuda. Estuvimos todo el día reconociendo nuestros errores; para llegar a este momento. Mientras “los portones del cielo” se están cerrando a nuestras plegarias. Nosotros sistemáticamente repetiremos en instantes: “Ptaj lanu shaar, beet Neilat hashaar” “Ábrenos una puerta, en el momento del cierre de las puertas”.

Al igual que el campesino estamos frente al guardián. Al igual que el campesino tenemos miedo de insistir. No sabemos que nos espera del “otro lado”. Queremos entrar, pero estamos atemorizados. ¿Qué nos depara la finalización de Kipur?

Somos concientes que estamos pidiendo la apertura de puertas…mientras en nuestra cotidianeidad hemos estado cerrando puertas constantemente.
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Somos sordos a los llamados de quienes nos necesitan; somos indiferentes al futuro de muchos de los grupos a los que pertenecemos; somos ciegos a la miseria, al hambre, al dolor...somos conformistas y cómodos con lo que tenemos…cerramos puertas privándonos de abrir nuevas.

Nos negamos a explorar nuestras capacidades, que quedan “congeladas” y sin desarrollarse con plenitud; porque implicarían esfuerzo y compromiso y no queremos. La Neilá, en su significado literal, es la síntesis de nuestras vidas. Y aquí nos encuentra.

Al igual que el campesino estamos frente al guardián. Invadidos de nostalgia y melancolía. Nos cuesta despedirnos de este día, porque no sabemos, si las puertas se van a abrir.

Pero la conclusión de Iom Kipur llega inevitablemente. De la misma manera que hemos compartido con alegría y felicidad la llegada de Rosh HaShaná. De la misma manera que hemos pedido conjuntamente que la vida nos sonría un poquito mas…Hoy estamos con amigos, con hermanos, en familia…rogando que las puertas se nos abran.

Hacemos un amague, intentamos convencer al guardia. Pero seguimos sin estar convencidos de nosotros mismos:

Porque al igual que otros años, pedimos…y no dimos nada a cambio.
Porque al igual que otros años, nos disculpamos…y en un abrir y cerrar de ojos cometimos los mismos errores.
Porque al igual que otros años, agradecimos, pero en nuestro fuero íntimo; tenemos la convicción que nos merecemos siempre lo mejor. No somos autocríticos.
Porque al igual que otros años, prometimos … y sin embargo no cumplimos.

Entonces este año igual que el campesino tenemos miedo.

¿Dónde encontrar la diferencia? Les propongo utilizar esta última Tefilá. Es nuestra última oportunidad de modificar realmente algo en nuestras conductas. Para tener la esperanza de atravesar las puertas deseadas..

Mientras tanto…nuestro personaje del cuento, sigue insistiendo con el guardián para que lo deje entrar. Lo soborna con regalos, lo distrae; pero no hay forma de sortear el obstáculo.
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Ruega varias veces y mientras pasa el tiempo; se hacen amigos. Pero la respuesta sigue siendo la misma “no te puedo dejar entrar”.

Y allí permanece este hombre días y años, su vida se convierte en un solo obstáculo y envejece . Ya no tiene fuerzas, su voz sólo le permite murmurar. Le resta poco de vida. El guardián lo sabe y lo observa con tristeza.

El campesino pide hacer una última pregunta antes de dejar este mundo.

¡Cómo puede ser que en todos estos años nadie más que yo, quiso cruzar esta puerta?

El guardián sonriendo le responde: Estaba esperando que en algún momento hagas esta pregunta, nadie más que vos quiso cruzar esta puerta; porque ella estaba destinada tan sólo a tí y no te animaste a traspasarla.

Estamos frente al guardián. Que no nos exige otra cosa que voluntad y acción para abrir las puertas. Aquí no hay varita mágica ni palabras mágicas. Aquí estamos nosotros una vez mas, conectándonos con nuestra realidad. Viendo nuestras virtudes y nuestras miserias; mientras nos proponemos sinceramente entrar…

Es bueno que sintamos miedo, que sintamos vergüenza y arrepentimiento.
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Estos días tuvieron que servirnos para asumir que nuestras vidas pueden tener mas significado y adquirir sentido; si realmente nos proponemos el cambio. Con agachar la cabeza en sumisión no alcanza…hay que actuar en consecuencia.

El campesino no pudo cruzar la puerta; tenía la vida delante suyo, pero el miedo y las pequeñas dificultades lo paralizaron.
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Nosotros también tenemos una puerta…una puerta que esta por cerrarse. Empujémosla, No estamos solos; estamos unidos en el desafío de rezar mas fuerte, con mas energía, con mas convicción…en los momentos de mayor debilidad. Están en juego nuestras vidas…no nos dejemos paralizar.

Fortalezcámonos e insistamos en atravesar la puerta…no perdamos la oportunidad; quizás este año seamos capaces de hacer correctamente los deberes y nos llevemos la grata sorpresa de encontrar siempre, pero siempre las puertas abiertas.

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