domingo, 30 de septiembre de 2007

NUEVO Rab. Jodorkovsky - Cambiando nuestro pasado

(Basado en un dvar torah del Rabino Harold Kushner)
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Desde niño que he tenido la fantasía de poder viajar en el tiempo.

Seguramente más de alguno de ustedes habrá tenido esa misma fantasía. Poder tomar algún tipo de máquina del tiempo, viajar por los años y ver cómo será nuestra vida dentro de 20 ó 30 años.

Cuando era bien niño me intrigaba, por ejemplo, saber como iba a ser eso del año 2000. Hacía cuentas permanentemente para saber cuantos años tendría con la llegada del nuevo mileno y fantaseaba con saber con quién estaría en ese momento, si ya estaría casado o si ya tendría hijos.

Conservo vivos en mi memoria frescos recuerdos de mi tierna infancia, apenas a los 5 ó 6 años, jugando a fabricar máquinas del tiempo y volando hacia un futuro donde los carros volarían y los robots serían nuestros sirvientes.

¿Quién no fantaseó por ejemplo con tomar una máquina del tiempo y saber con anticipación los resultados de algún sorteo? O pensando en algo aún más cercano, díganme si no les gustaría viajar por el tiempo y saber si Alvaro Uribe seguirá siendo el presidente de los colombianos…, o saber si va a ser Obama o MacCain.

Durante mi niñez, y mientras vivía en Chile, había un momento en el año que para mi era el más mágico de todos. Y no piensen que tiene que ver con alguna festividad como Pesaj, o Purim. No, se trataba de algo mucho más mundano.

Aquellos que han vivido en países donde existen las estaciones del año, seguramente recordarán que hay lugares donde se acostumbra a cambiar la hora dependiendo si esta comenzando el verano o el invierno. Así, para aprovechar la luz en los días que son más largos, lo que se hace es adelantar el reloj una hora en verano, y cuando llega el invierno nuevamente el reloj se retrocede una hora para atrás.

Recuerdo que no había nada más mágico para mi, cuando era niño, que quedarme despierto hasta las 12 de la noche, la noche en que a la llegada del invierno retrocedíamos una hora el reloj. Era algo maravilloso, de pronto estaban por ser las 12 y algo mágico te hacía retroceder el tiempo y en tan solo unos segundos volvían a ser las 11 de la noche… Y yo me preguntaba, cómo podía ser, si en realidad ya habíamos vivido la hora entre las 11 y las 12 de la noche, y otra vez la volvíamos a vivir.

Vivía esa hora como algo mágico, como un regalo del cielo que no se podía desperdiciar. Cuantas veces decímos “si solo tuviera esa oportunidad de volver a vivir ese momento”. Cada año se nos permitía vivir esa hora otra vez… Yo no entendía como la gente dormía mientras se nos daba semejante regalo… que manera de desperdiciar una impresionante oportunidad.

Como amante de la ciencia ficción y en especial de esto de los viajes en el tiempo, disfruté enormemente ese clásico de los años 80 “Volver al Futuro” con Michel Fox y su tío Emet Brown atravesando los límites del tiempo en un lujoso auto deportivo.

Marty, como se llamaba el protagonista, se movía con total facilidad en el tiempo, atrás o adelante, intentando averiguar como sería su futuro o curioseando las intimidades de la época en que sus padres habían sido novios.

En especial, más que con la posibilidad de ser transportado hacia el futuro, fantaseaba con poder viajar al pasado y poder cambiar esas cosas de las que todos siempre nos arrepentimos… Un regaño de los papás, el vidrio roto del vecino, esa travesura en el colegio que significó algo más que un simple castigo… o el día en que sabíamos que teníamos que hacer algo pero la pena fue más que el coraje y perdimos esa gran oportunidad.

¡Que ganas de volver al pasado y cambiarlo! Si tan solo pudiésemos retroceder en el tiempo y hacer ese pequeño cambio, ese breve segundo donde la embarramos, ese cambio tan pequeño pero tan significativo.

Estoy seguro que todos quisiéramos tener esa segunda oportunidad… es más si venimos especialmente a la sinagoga en estos Yamim Noraim, Rosh Hashaná y Yom Kipur, es porque estamos dispuestos a reconocer que durante este último año cometidos bastantes errores, nos lamentamos por ellos y quisiéramos cambiarlos. Ese proceso de arrepentimiento, que no es solo un ejercicio intelectual y que nos hace pensar ¡Qué daría por haberlo hecho!... es lo que los judíos llamamos teshuvá… arrepentirnos, pero un arrepentimiento que implica cambio y reparación.

En estos días los judíos de todo el mundo nos congregamos justamente porque somos capaces de identificar situaciones en nuestras vidas a las que quisiéramos retroceder para vivirlas de otra forma… palabras que dijimos que quisiéramos haber podido guardar, decisiones que no tomamos y de las que ahora nos arrepentimos.

¿Sería posible hacerlo? ¿Retroceder el tiempo y cambiarlas? Todos diríamos que no, que es pura fantasía, a menos que hablemos de ciencia ficción.

Quiero contarles, queridos amigos ,que este año he aprendido que esa posibilidad existe. Y no se trata ni de fantasía ni de ciencia ficción, existe una forma de cambiar el pasado…

¿Como así?

El Rabino Yosef Soloveitchik, durante muchos años el máximo representante de la Ortodoxia Moderna en el judaísmo, sostiene en uno de sus ensayos que a diferencia de lo que ocurre con cualquier otra civilización, en el judaísmo tenemos la posibilidad de retoceder al pasado y cambiarlo.

Para la mayoría de las culturas, dice Soloveitchik, el tiempo fluye desde ayer a hoy, y desde hoy hacia mañana. El pasado modela, así, al presente y es el presente el que determina el futuro. Causa y efecto: algo ocurrió ayer o el año pasado, o hace 10 años, y por causa de eso algo va a ocurrir hoy, y lo que ocurra hoy va a causar que algo ocurra en el futuro. Es el pasado el que determina el futuro.

Pero en el judaísmo, insiste Soloveitchik, es el futuro el que determina el presente y define el significado del pasado. Por ejemplo, si algo grave le ocurre a una persona, implicará esto que se termine su fe o bien una oportunidad para madurar y aumentar la fe que tenía? Un error que cometiste… será eso un error o bien una oportunidad para aprender? No podemos responder solamente tomando en cuenta lo que ha pasado. Este pasado solo tendrá sentido a la luz de lo que elijamos hacer con él, hoy y mañana…

…Si Sigmund Freud enseñó que los seres humanos estamos determinados por nuestras experiencias de la infancia, Soloveitchik enseñó que estamos determinados por nuestra visión de futuro. Y si podemos elegir el futuro que deseamos tener, entonces podremos retroceder en el tiempo y cambiar nuestro pasado.

Por supuesto que no se trata de una máquina del tiempo o de uno de esos agujeros-gusanos (wormhole) que aparecen en los modelos de los físicos y que plantean la posibilidad de viajar en el tiempo… si así fuera ya habríamos viajado al pasado y por lo menos habríamos impedido la shoa, el holocausto.

Pero sí hay cosas que podemos hacer, en el presente y en el futuro… tomar decisiones basadas en nuestra visión de qué clase de pueblo queremos ser y en qué clase de mundo queremos vivir, y esas decisiones podrían cambiar, claramente, el sentido del holocausto. No podemos revivir a los 6 millones de mártires, pero sí podemos determinar el sentido último que se le dará a sus vidas y a sus muertes.

Por ejemplo: si decidimos aportar dinero para el estado de Israel estaremos asegurando que el Holocausto no sea el causante de la desaparición del pueblo judío porque seguirá siendo la luz que guíe el renacimiento de nuestro pueblo. O si apoyamos, por ejemplo, el renacimiento de las comunidades judías en Alemania o en Polonia estaremos decidiendo si Hitler logró destruir o no la cultura judía en esos paises.

Pero volvamos al terreno personal… estamos acá porque todos tenemos cosas por las que nos arrepentimos, lo que dijimos mal, lo que hicimos mal o lo que no hicimos. Según el Rabino Soloveitchik los seres humanos vivimos no tanto de las memorias del pasado sino de la manera en que nuestra visión del futuro viene para ayudarnos.

Y permítanme que les grafique esto a través de una breve historia que les aseguro nos puede ahorrar decenas de horas de terapia si la comprendemos bien y el mensaje es que NO SOMOS PRISIONEROS DE NUESTRO PASADO, sino que somos ARQUITECTOS DE NUESTRO FUTURO.

Hace unos años murió Nejama Leibovitch, una destacada profesora de la universidad hebrea de Jerusalem, conocida por sus impresionantes historias. Cuando murió alguien recordó una de las anécdotas que ella contaba:

Durante su juventud ella era profesora en una escuela para mujeres ortodoxas en Israel y mientras enseñaba a cargo de las niñas de cuarto grado de primaria, un día vino otra profesora y le dijo que se había presentado un problema porque se estaban robando cosas de valor desde el salón de clase de las niñas. Al principio, aclaraba, la situación se toleró porque eran cosas menores, pero ahora se trataba de ropa y también de dinero.

¿Qué fue lo que hizo esta profesora? Juntó a todas las alumnas y les dijo así: Lo que les voy a decir es solo para una persona de esta sala, pero como no se quién es se los voy a decir a todas: Alguien ha estado robando de sus compañeras, y nosotros, en este colegio nos tomamos estas cosas con gran seriedad.

Si las cosas que faltan aparecen en mi escritorio antes de mañana a las 8 de la mañana, consideraré este asunto como terminado. Si esto no ocurre, le advierto a la persona que lo hizo, que después pueden ocurrir dos cosas, y las dos son malas: Puede ser que sigas robando hasta que un día te atrapen, seas avergonzada en público y avergüences a tu familia. O puede ocurrir que sigas robando y nunca seas atrapada y eso incluso puede ser peor, porque entonces cada día de tu vida tendrás que considerarte a ti mismo como una ladrona. Ahora, quiero que consideres esto con mucho cuidado: ¿Eso es lo que quieres, que te consideres a ti misma una ladrona por el resto de tu vida?

Los artículos aparecieron a la mañana siguiente en el escritorio de la profesora y los robos se terminaron. ¿Qué aprendemos de esta historia? Que una niña de 10 años decidió que lo que haría con su vida estaría determinado, no por lo que había hecho en el pasado, sino por su visión de cómo le gustaría verse a ella misma en el futuro.

Es la visión del futuro, y no la memoria del pasado, la que determina lo que hacemos en la vida. Y si logramos entender este mensaje, habremos también entendido el significado más importante de estos Yamim Noraim que es el gran poder que tiene la teshuvah.

Resulta imposible traducir lo que teshuva significa en español. Intentamos traducirla como “arrepentimiento” pero realmente es mucho más que eso… No se trata de decir “lo lamento” o simplemente “perdón”. Incluso tampoco se trata de decir “Lo lamento y te prometo que voy a tratar de no hacerlo nunca más”. Teshuvá sería algo así como “Lo lamento. Me veo a mi mismo y no me gusta la persona que era cuando te hice eso. No me gusta ser una persona que es capaz de haberte hecho eso, y no quiero ser esa persona nunca más”. Se trata no solo de asumir responsabilidad por el pasado, implica mirar hacia el futuro y plantear un cambo en quienes somos, no solamente en lo que hicimos.

Y a eso se refiere Soloveitchik cuando insiste en que podemos cambiar el pasado… si hacemos verdadera teshuvá y nos planteamos un cambio a futuro, vamos a estar cambiando cualquier sentido que haya tenido nuestro pasado.

Estamos en la segunda noche de Rosh hashaná, ya hemos empezado a comer bien, llevamos ya unas cuantas horas anotadas de rezo en la sinagoga… quisiéra proponerles entonces que tomemos estos 10 días entre Rosh Hashaná y Iom Kipur para que nos planteemos, aunque sea con una o dos cosas, con uno o dos errores que hayamos cometido este año pasado, hacer un proceso de verdadera teshuvá y que cambiemos así nuestro pasado.

Pensemos unos segundos… Una pelea con tus padres…. Un arrebato de enojo hacia tus hijos… Ese amigo del que te distanciaste… elijamos sólo uno o dos y planteémonos de verdad la posibilidad de cambiarnos a nosotros a partir de ese error.

Lo que ya hiciste no lo vas a poder modificar, pero sí el impacto que esto tiene en tu vida… piensa en cómo cambiarlo y plantéate dos o tres metas para alcanzar ese objetivo. No somos prisioneros de ese pasado, somos arquitectos de nuestro futuro. Haz que lo que pasó adquiera poca importancia, y hazlo con aquello que sí puedes hacer, con las decisiones que tomes de hoy en adelante.

Mi invitación es para que podamos tomarnos en serio estos Yamim Noraim, que no sean solo días de fiesta y celebración familiar. Que sea un momento de reflexión personal y de verdadera oportunidad para el cambio.

Si así lo hacemos y aceptamos la propuesta que nos hace nuestra tradición de hacer Teshuvá, estaremos entonces en condiciones de liberarnos de esas cadenas del pasado que nos avergüenzan por aquellos actos que cometimos y de los cuales nos arrepentimos y hubiésemos preferido hacer de otra manera.

La tradición judía nos dice en esta noche de Rosh Hashaná que cambiar es posible, que podemos no seguir siendo esa persona que éramos cuando hicimos eso de lo que tanto nos arrepentimos hoy. Podemos liberarnos del pasado solo si comenzamos a pensar en el futuro.

Las máquinas del tiempo no existen ni jamás existirán. Y aunque nos guste fantasear con la posibilidad de viajar en el tiempo y vivir nuestra vida por segunda vez, lo que sí tenemos, y es real, es la posibilidad de cumplir con todo lo que nos propusimos pero nunca pudimos concretar… de modificar y cambiar todo aquello de lo que nos arrepentimos.
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Tenemos todo el futuro delante de nosotros para ser esa persona que siempre quisimos ser y hasta ahora no hemos sido.

Quiera D-s que podamos lograrlo. Shaná Tová.

jueves, 27 de septiembre de 2007

NUEVO - Rab. Kormis - Los Nearim

En este mismo instante, en diversos templos del mundo, se debe estar analizando y estudiando Akeidat Itzjak – la ligadura de Itzjak. Se debe estar alabando la fe de Abraham dispuesto a sacrificar a su único hijo, se debe estar criticando la conducta pasiva de Itzjak quien ante semejante evento no pronunció palabra.
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Si yo les preguntara cuales son los personajes centrales de este relato sin duda me nombrarían dos o a lo sumo tres: Abraham, Itzjak y D´s. Sin embargo, y en contra de lo que deben estar haciendo en otros lugares, me gustaría que hoy hablemos sobre otros dos personajes menos conocidos que aparecen en este relato, pero que a mi entender tienen un gran mensaje para entregarnos: los sirvientes de Abraham o en hebreo los nearim.
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Seguro todos recuerdan la historia. D´s se le aparece a Abraham y le dice que tome a su único hijo, a aquel que ama y lo lleve a un monte. En ese lugar debía atarlo y sacrificarlo. Abraham sin decir palabra, se levanta a la mañana siguiente, monta su burro, se va con su hijo y sus dos sirvientes al monte que D´s le había ordenado.
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Una vez ahí, le dice a los nearim que se queden junto al burro mientras él y su hijo suben para cumplir con la voluntad divina. Abraham ata a su hijo, levanta su puñal para sacrificarlo cuando D´s se le aparece y lo detiene.
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Abraham entonces ve un carnero que se había quedado atrapado en un arbusto y lo sacrifica en lugar de su hijo. Finalmente baja del monte, se encuentra con los sirvientes y juntos vuelven a su casa en Beer Sheva.
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¿Que rol cumplen en esta historia los nearim?
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Me atrevería a decir que casi ninguno. Según el texto bíblico es el mismo Abraham quien ensilla su burro, es Itzjak quien lleva los leños para el fuego del sacrificio. Es mas...¿en un momento de tensión y prueba, que ayuda le podían dar los sirvientes?
Supuestamente esta era una prueba de fe para Abraham y su hijo, no para todos los que habitaban su casa.

Pero presten atención en que momento del relato aparecen los nearim. Aparecen justo antes y después que Abraham sube a la montaña. Se quedan al pie del monte cuidando las pertenencias y luego lo reciben cuando Abraham regresa de la Akeida.
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Una hermosa interpretación nos enseña que los nearim representan la realidad, lo cotidiano, lo rutinario. Por eso en el momento de realizar la prueba de fe, ellos no se encuentran. La Akeidá, el sacrificio de Itzjak, es algo que se escapa de la rutina, es algo que va más allá de lo común. Abraham es capaz de dejar de lado la rutina, la realidad y elevarse solo a lo más alto del monte Moría para cumplir su misión.

Es así como los nearim se transforman en grandes protagonistas del relato y nos orientan en este día tan importante de nuestra tradición.

Es en este día de Rosh Hashana donde nosotros también debemos abandonar nuestra rutina, abandonar nuestra propia realidad y ser capaces de elevarnos hacia nuestra propia cumbre. Es en este día de Rosh Hashana donde somos invitados a dejar de lado a nuestros propios nearim y elevarnos solos a la cima de nuestro propio monte.

Pero este objetivo no es nada fácil. Vivimos corriendo, vivimos sobrepasados por la rutina y por este difícil mundo que nos agobia. Cada vez tenemos menos dedicación y menos tiempo para el espíritu. ¿Como lograr entonces este difícil objetivo de la elevación espiritual?

Quizás para encontrar la respuesta debamos seguir los pasos de uno de los más grandes líderes de nuestro pueblo, Moshe Rabeinu. Al igual que nuestro patriarca Abraham, el también fue capaz de abandonar la rutina, subir al monte, unirse con Ds y luego bajar.
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Moshe Rabeinu estuvo 40 días y 40 noches en el monte Sinaí recibiendo nuestra Tora. No solo eso sino que la Tora nos cuenta que durante esos 40 días se alejo de todo lo material: “Lejem lo ajal u maim lo shata” (Pan no comió y agua no bebió). Moshe logró dejar de lado todo lo material para unirse con D´s a través del espíritu.

El monte Moría por un lado y el monte Sinaí por otro. El monte del sacrificio y la entrega, sobre el cual Abraham estaba dispuesto a ofrendar a su hijo. El monte de la recepción y del reencuentro con Ds, sobre el cual Moshe recibió nuestra Tora.
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Ambos se unen en este solemne y sagrado día de Rosh Hashana.

Según nuestra tradición Moshe bajó con las segundas tablas de la ley el mismo día de Iom HaKipurim. A partir de hoy nos quedaran solo 8 días para realizar nuestra introspección y reflexionar sobre nuestras vidas. A partir de hoy nos quedaran solo 8 días para elevarnos y dejar de lado a nuestros nearim, a nuestra propia rutina y a nuestra propia realidad. A partir de hoy solo nos quedaran 8 días para bajar de nuestro propio monte Sinaí luego de haber estados parados frente a D´s.
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¿Cómo bajaremos? ¿Lograremos transformarnos?
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Sabemos que todo cambio exige sacrificio. ¿Lograremos sacrificar parte de nuestro ser para comenzar renovados este nuevo año que comienza?

Quiera D´s que durante estos días logremos ascender espiritualmente para descender renovados.
Elevémonos logrando nuestro propio Jeshvon Hanefesh. Dediquemos esta semana a nosotros y a nuestras familias. Luchemos por despegarnos de la rutina que está simbolizada en el texto bíblico por los sirvientes.

Preguntémonos a quien servimos…¿servimos al dinero, a la rutina? O servimos a nuestras familias, a nuestra persona, a nuestro pueblo…
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Que en estos 8 días podamos ser Nearei Hashem, sirvientes de Ds, y logremos elevarnos a la cima de nuestro propio ser.

NUEVO Rab. Kormis - Quien vivirá y quién morirá

Dice el Talmud en Masejet Rosh Hashana que existen 3 tipos de Yehudim:
Tzadikim Gmurim: Los enteramente justos,
Reshaim Gmurim: los enteramente malvados,
Beinoniim: los intermedios: aquellos cuyos meritos se equiparan con sus transgresiones.

Y continua diciendo el Talmud que los Tzadikim gmurim son inscritos en Rosh Hashana inmediatamente en el sefer hajaim, en el libro de la vida. Los reshaim gmurim son rubricados en el libro de la muerte.
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Mientras que los Beinoniim, los intermedios, que según el Talmud somos la mayoría de nosotros, quedamos en compás de espera hasta Iom Kipur. Si nuestros meritos sobrepasan a nuestros errores, se nos inscribe en el libro de la vida, pero si nuestros errores sobrepasan nuestros meritos, somos inscritos en el libro de la muerte.

Debo confesarles que desde la primera vez que leí esta parte del Talmud he tenido tremendos problemas para entenderla. No solo eso, sino que cada vez que la leo o la repito en las oraciones de Iom Kipur, me embarga un tremendo miedo que algo le vaya a pasar a algún amigo o a algún ser querido durante este año.....

Esta descripción del Talmud me produce terror porque me cuesta creer en un D´s arbitrario, castigador que dice: tu, tu, tu y tu van a morir durante este año...
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Personalmente creo en un D´s del amor, de la vida, un D´s que ama y que quiere a cada uno de Su pueblo.

Y no solo eso, sino que en nuestras tefilot de Iamim Noraim pedimos constantemente ser inscritos en el libro de la vida: Zojreinu lejaim, Ujtov lejaim tovim kol benei briteja, Besefer jaim braja ve shalom ufarnasa tova nizajer venikatev......

Cómo entender entonces esta idea de nuestra tradición y cómo entender que podemos llegar a ser inscritos en un libro de la muerte?

Analizando esta parte del Talmud me encontré con una aproximación a una posible respuesta. Los Baalei Hatosafot, nietos de Rashi y sabios del medioevo que comentan el Talmud, dicen que la vida o la muerte para la cual somos inscritos se refiere al Olam Haba - el mundo por venir.

Una linda aproximación, suficiente para algunos pero no para mí.

En mi concepción del judaísmo, nuestra religión debe ayudarnos y ser nuestra guía no en el mundo por venir, sino en este, nuestro mundo.

Por lo tanto seguí buscando y leí un perush, una explicación maravillosa.
Y presten atención!

El sefer hajaim y el sefer hamavet no se refieren a una vida o a una muerte física para el año que viene, sino que se refieren a una vida y a una muerte espiritual....

Cada uno de nosotros escribe este libro, y si no somos capaces de arrepentirnos sinceramente y de volver a la senda correcta, nosotros mismos nos inscribimos en el libro de la muerte.

D’s tan solo sella nuestro destino, pero somos nosotros los que escribimos nuestra vida.

Iom Kipur es la invitación que nos propone nuestra tradición para pensar qué ámbitos de nuestra vida estamos escribiendo para la vida y que ámbitos de nuestra vida estamos escribiendo para la muerte.

Cuantos de nosotros estamos cometiendo en este minuto no un suicidio físico, sino un suicidio espiritual.

Si Iom Kipur pasa como un día más del año, probablemente no sellara nuestra desaparición física de este mundo, pero les aseguro, significará nuestra desaparición espiritual, por lo menos durante este año que se inicia.

Durante estos diez días de teshuvá rezamos: UJTOV LEJAIM TOVIM KOL BENEI BRITEJA - Inscribe para una buena vida a todos los hijos de Tu pacto.

Quiera D´s que podamos cada uno de nosotros escribir nuestro propio libro de la vida y ser rubricados en él para este nuevo año que comienza.

NUEVO Rab. Kormis - Sur Mera Vaase Tov

(Breve reflexión antes de la Amidá)

Los salmos fueron escritos de acuerdo a nuestra tradición por el Rey David. Nuestros sabios establecieron que distintos salmos sean dichos en distintos momentos de nuestra vida y del año.

El salmo 34, que lo decimos en los rezos de la mañana de Shabat y Festividades, nos dice lo siguiente: Mi haish hejafetz jaim? quién es el hombre que busca la vida?
Es aquel que sur mera ve ase tov, es aquel que se aleja del mal y hace el bien.

Y hay en este salmo una aparente repetición.
Podríamos preguntarnos, no basta solo con alejarse del mal?
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La respuesta es no. Para la tradición judía no es suficiente alejarse del mal. Uno puede alejarse del mal, esquivar las cosas malas e incorrectas de la vida, pero no necesariamente hacer el bien. No porque no haya matado a nadie en mi vida, o no porque no haya mentido o robado, necesariamente voy a estar haciendo el bien.

De acuerdo a la tradición judía, el hacer el bien es una acción en si misma, y no basta solo con alejarnos del mal.

Estamos a punto de comenzar la primera Amida de este año. Que como dice este hermoso salmo, podamos buscar la vida, no sólo alejándonos de lo incorrecto, sino por sobre todo incorporando las acciones de bien en nuestra vida.

NUEVO - Rab. Kormis - El Sr. Magnes

Una de las preguntas que más me intriga de Rosh Hashana es por qué no leemos la primera mañana el relato de la creación. Según nuestra tradición fue en Rosh Hashana cuando D´s creó el mundo y fue también en Rosh Hashana cuando D´s creó al primer hombre. Lo lógico entonces hubiera sido leer el comienzo de Bereshit y no los capítulos que recién leímos referidos a Abraham y su esposa Sarah.
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Creo que hay un mensaje muy profundo en la elección de la lectura de la Tora y la Haftara por parte de nuestros jajamim en la lectura de la Tora y de la Haftara de esta primera mañana de Rosh Hashana. Ambas lecturas otorgan un significado y un mensaje maravilloso a este día.

Hace algunos minutos leíamos como D´s recordó a Sara y a pesar de ser estéril le concedió a su hijo Itzjak. Leíamos también en la Haftara, como D´s se acordaba de otra mujer estéril, Jana, y le concedía a ella también un hijo: el profeta Shmuel.

Lo estéril, aquello sin vida, es el motivo central de la lectura de la Tora y de la Haftara de esta mañana. Y creo que lo estéril es también el motivo central de este día de Rosh Hashana.
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Rosh Hashana es el día en el cual lo estéril se transforma en vida. Es el día en el cual sacamos desde lo más profundo de nuestro ser aquellas cosas dormidas y evaluamos aunque sea una vez al año cual es nuestro verdadero potencial.
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¿Es en este día cuando debemos preguntarnos si estamos realmente utilizando todo nuestro potencial? Si somos dignos representantes de D´s en este mundo.

Cuenta la historia que había sido un día agitado en la gran ciudad.
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El Señor Magnes llegó a su casa fatigado y con la esperanza de ver a su esposa e hijos. Pero llegó tan tarde que ya nadie estaba despierto para darle la bienvenida. La casa estaba en silencio y por la ventana se podía contemplar como las luces de la ciudad iluminaban las calles y como las estrellas habían llenado el cielo.
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Se preparó algo para comer y se sentó en el sofá para mirar algo de televisión antes de irse a dormir. Esa noche, mientras descansaba en su sofá pensando en sus obligaciones y compromisos, recibió la visita inesperada de un desconocido.
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El hombre comenzó a decir que el libro del Señor Magnes había sido todo un éxito. El Señor Magnes lo interrumpió para decirle que había pensado en escribir un libro pero que nunca pudo llevar su idea al papel.
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Luego el misterioso visitante saco de su bolsillo una hermosa poesía que alababa el amor y la vida. La poesía estaba firmada por el Señor Magnes. Jamas he compuesto algo como eso, aunque te aseguro – le dijo- esas frases son como sacadas de mi cabeza.
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Luego la visita comenzó a tocar una hermosa melodía, diciendo que era una composición del Señor Magnes. Nuevamente éste se molestó y le dijo que realmente había pensado en componer la melodía que se escuchaba en ese momento, pero que no lo había hecho por falta de tiempo.

Cuando el invitado se preparaba para retirarse, el Señor Magnes, intrigado, le preguntó quién era, a lo cual su visita respondió: "Yo soy el hombre que tú podrías haber sido".

Los Iamim Noraim no nos fueron entregados para hablar de filosofía y teología. Rosh Hashana y Iom Kipur están dedicados al hombre y a la mujer, a la vida cotidiana. Gente preocupada por su vida, por su familia, por su salud, por su negocio, fábrica, profesión o su empleo.
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Los más jóvenes preocupados por su futuro, los mayores preocupados por el paso del tiempo.

Rabí Najmán de Braslav solía enseñar que el mundo se asemeja a un puente muy angosto y lo fundamental es no tener miedo a cruzarlo.

En el Unetané Tokef, una de las oraciones centrales de esta mañana decimos: "Ve jol baie olam taavir lefaneja kivnei maron"-"En la tierra todos los seres humanos pasan ante ti desfilando cual rebaño ante su pastor”.
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"Hiné Iom Hadin” – “ha llagado el día del Juicio."

Esta es la imagen de Rosh Hashana, en este momento todos estamos pasando delante de D"s, solos, sin familia, sin pareja, sin hijos, y por eso como decía Rabi Najman, el puente parece muy angosto.

¿Pero cual es el parámetro que D´s utiliza para juzgarnos?
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Seguro existen personas más rectas que nosotros y seguro existen otros más pecadores que nosotros. Mientras D´s nos juzga...¿con quien nos mide y nos compara?
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Dicen nuestros jajamim que a la hora del juicio D´s nos juzga con nosotros mismos. D´s nos compara con el potencial que puso en cada uno de nosotros y aún no floreció. Con la chispa divina que reside en nuestro interior y es en potencia una llama de eternidad. No nos compara con nadie que vivió antes, ni con nadie que vivirá después. Nos juzga con lo que nosotros podríamos haber sido y no somos. Con lo que podríamos hacer pero todavía no hemos hecho.
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Toda persona que nace en este mundo representa algo nuevo, algo que nunca existió antes, algo original y único.

Cuenta el Talmud que Rabi Zusya antes de morir le dijo a sus alumnos: "En el mundo por venir no se me preguntará por qué no he sido un líder como Moshé Rabeinu o por qué no he tenido la fe que tuvo nuestro patriarca Abraham. En el mundo venidero solo se me preguntará por qué no he sido Rabi Zusya.

Para llegar a ser lo que somos en potencia es que debemos hacer Teshuva. Hacer Teshuva es buscar en los paisajes de nuestra propia alma los senderos que nos conducen a la autenticidad y a la integridad.
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Rosh Hashana es la pausa sagrada que nos propone la tradición de Israel para llegar a ser lo que estamos llamados a ser. Para realizar toda nuestra potencialidad y de esta forma traer a D´s al mundo.

Que en este Rosh Hashana podamos escuchar nuestra propia voz interior y ser escuchados por D´s tal como escuchó las suplicas de Sara y de Jana.

Que en este día seamos bendecidos con energía, fe y optimismo. Que podamos comenzar a cantar nuestras canciones, encontrar la rima de nuestras poesías y escribir el libro de nuestras propias vidas.

NUEVO Rab. Kormis - Lágrimas de Humo y Lágrimas de Frutos

(Breve reflexión antes de la Amidá de Arvit en Iom HaKipurim)
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En Iom Kipur tenemos cinco Amidot, y nos estamos acercando a la primera de ellas. En Iom Kipur solemos derramar lágrimas. Algunas de ellas se ven y otras no.

El Talmud en Masejet Shabat (151b) nos habla sobre distintos tipos de lágrimas. Algunas producidas por la risa, otras producidas por la tristeza y un tipo de lágrimas muy especial: lagrimas de humo y lagrimas de frutos.

¿A qué se refiere el Talmud cuando habla de lagrimas de humo y lagrimas de frutos?

Desde una lectura literal, las lágrimas de humo son aquellas que se producen cuando estamos en contacto con el humo. Nos empiezan a doler los ojos y comenzamos a llorar. Las lagrimas de frutos son aquellas que se producen cuando estamos en contacto con algún fruto acido o demasiado fuerte.
Por ejemplo con las cebollas, o cuando por ejemplo comemos un limón o una naranja muy acida y lloramos.

Pero permítanme una lectura distinta antes de nuestra Amida. Lagrimas de humo y lagrimas de frutos. O mejor: lágrimas que se hacen humo y lágrimas que dan frutos.

En este día de Iom Kipur, se nos viene a la mente los distintos momentos que vivimos durante este año. Tanto los buenos como los malos. Seguramente tuvimos lágrimas de alegría y lagrimas de tristeza. Seguramente tuvimos también lágrimas que se hicieron humo y lágrimas que dieron frutos.
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Las lágrimas que se hacen humo nos dice el Talmud, no nos sirven, porque solo se quedan en eso.
Pero por el contrario, las lagrimas que dan frutos, son buenas y nos hacen avanzar en nuestra vida.

Pensemos en esta primera Amida de Iom Kipur sobre las lágrimas que derramamos este año. Cuales fueron por alegrías que tuvimos y cuales por tristeza. Pero pensemos por sobre todo en aquellas lagrimas que se hicieron humo y en aquellas lagrimas que dieron sus frutos.

viernes, 21 de septiembre de 2007

NUEVO Rab. P. Berman - Gracias a la Vida

Pensaba hablarles de otras cosas esta noche. Pensaba hablarles de la Teshuva, de las transgresiones, de los errores y de los aciertos, de cómo muchas veces en nuestras vidas cometemos faltas graves. Pero algo no me convencía, mientras lo escribía descubría que no era el mensaje que quería transmitirles esta noche de Rosh Hashana. Yo quiero hablar con ustedes de otra cosa.
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Siempre he guardado en el cofre de mis recuerdos, las tapas de un disco, recuerdan los discos de música, de pasta, negros, con surcos…recuerdo las tapas rosas, el dibujo de una mujer y el nombre de la cantante y poeta, Violeta Parra, y en letras gigantes el nombre del trabajo, el nombre de ese disco: “Gracias a la Vida”.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que amo.
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Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.
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Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con el las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
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Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
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Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano;
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
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Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.
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Gracias a la vida que me ha dado tanto.

Gracias a la Vida. Esta noche de Rosh Hashana quiero decir con ustedes Gracias a la Vida. Rosh Hashana es el momento más hermoso y más oportuno para decir Gracias a la Vida. Gracias Di’s por haberme regalado la vida. Gracias papa y mama por haberme dado la oportunidad de conocer esto tan maravilloso, que llamamos Vida.

El alumno se atormentaba una y otra vez preguntándose por la verdad más alta. Se dirigió a su maestro y le pregunto:
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-Maestro, dijo el alumno con sencillez y contundencia: ¿donde esta la verdad mas profunda?
-En la vida de cada día, respondió el maestro.
Extrañado y decepcionado el alumno replico:
-Pero yo no veo verdad alguna en la vida de cada día, se lo aseguro.
-Esa es la diferencia, dijo el maestro sonriendo, que unos la ven y otros no.

En la vida de cada día, ahí esta la verdad mas alta, la verdad mas profunda. Por eso unos la ven y otros, no la ven. Estos días son para tomar conciencia del regalo que tenemos, pero tomar conciencia en serio de por que estamos aquí, a que debemos comprometernos, que vida debo llevar, como enfrento los momentos difíciles que la vida en algún momento también nos depara. Algunos la ven y otros no la ven. Si la vemos, estos días serán para nosotros de profunda introspección y concentración, de fijar nuestras miradas en nuestras almas y en nuestros libros para que realmente este nuevo año traiga un cambio positivo en nuestras vidas. Si no la vemos, continuaremos como siempre, pendientes del teléfono celular, y mirando el reloj escudriñando cuanto falta para terminar el rezo.
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Por eso el comienzo de un año judío no es con cohetes ni estrellitas de colores, estamos felices de estar vivos y justamente por eso hay que hacer balance, hay que mirar hacia adentro y ver que somos y donde estamos en este momento de nuestras vidas. Dice el filosofo, “para poder vivir verdaderamente, hay que renacer, para renacer, primero hay que morir, y para morir, primero hay que despertar”.
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En que etapa estamos sea tal vez la gran pregunta de Rosh Hashana. Porque Rosh Hashana nos invita a despertar, a despertar enserio. Y la tradición judía nos regalo un despertador en serio, el Shofar. Porque no hay verdadero saber sin despertar. Y no hay despertar sin una modificación profunda de la visión interior. Y no hay visión confiable sin compromiso con la verdad. Y no hay mas verdad que la descubierta dentro de nuestro ser.
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Estos días de Iamim Noraim, son un proceso de limpieza. Imaginen el cristal de una ventana que no ha sido lavado durante un año. Está polvoriento; esta sucio; esta mugriento. Tal vez hasta adornado por telarañas. Aunque el sol pueda brillar fuera de aquella ventana, la luz no penetrará hasta que el cristal haya sido limpiado. Cada uno de nosotros es un cristal, y aunque Di's brille, no podremos ver absolutamente nada hasta que nosotros nos tomemos el tiempo para quitar aquello que nubla nuestra visión, quitar aquello que nos impide ver.
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Eitan me reclamaba los otros días que aun no había visto nunca una salida del sol, si he visto las puestas del sol, me comentaba, pero no la salida. Para poder presenciar un momento así, hay que levantarse temprano, ganarle al sol, y eso no es fácil, al menos para mi, de eso se trata, y eso les decía, Rosh Hashana nos propone despertarnos en serio, y esto incluye también al Rabino.
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Pero quería hablarles de una puesta del sol, una muy particular. Las puestas del sol siempre han sido experiencias trascendentes en mi vida, relata el Bucay en uno de sus libros. Quizá sea el rastro dejado por el Principito, aquel mágico personaje de Saint Exuspery que un día vio ponerse el sol 47 veces mudando su silla unos metros en su pequeño planeta, quizá, por fin, sea solo porque una puesta de sol es en si misma una experiencia estéticamente desbordante. Tuve la oportunidad en mi vida, cuenta el autor, de recorrer muchos países en mi vida. En uno de los viajes, a las puestas de sol de Estambul, siguieron las de Atenas, una en la Acrópolis y otra desde el monte Lycos.
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Creía que nada podía superar esas sensaciones. Pero me había equivocado. La siguiente puesta de sol la vi en Mykonos, y me quede paralizado frente a la belleza; hasta que la isla de Santorini me hizo conocer la perfección. Al norte de la isla en un pequeño pueblito llamado Ios, asistí a lo supremo. Una puesta de sol que 45 fotos disparadas por mi no alcanzaron a retratar. Sin embargo esto aun no era todo. Faltaba aun el paraíso, Taormina. Nada que pueda ser dicho en palabras puede describir esa bellísima ciudad de Sicilia. Los paisajes, la gente, la ciudadela en lo alto, y por supuesto el Etna, el volcán que humeando constantemente recuerda que esta dormido pero vivo.
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Me acordare por muchas cosas de este viaje pero sobre todo me acordare por una pequeña conversación que tuve con Giovanni, un señor de unos 38 años que atendía un pequeño café en el pueblo que esta enclavado en la ladera este del volcán. El Etna tiene dos laderas, una volcánica y otra llana, una por donde el volcán derrama lava cuando entra en erupción y la otra mas segura, adonde la lava nunca llega. Para mi sorpresa, el pueblo de Giovanni esta construido en la ladera peligrosa. El pueblo que se reconstruyo siete veces, una después de cada erupción del Etna.
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-¿Por que reconstruyen este pueblo aquí, una y otra vez? Pregunte adivinando la respuesta.
-Mire, mire, me dijo Giovanni, mire el mar y la playa, y la montaña y la ciudad...este es el mas bello lugar del mundo. Mi abuelo siempre lo decía.
-Pero el volcán esta en actividad, puede volver a entrar en erupción, le dije.
-Mire, signore, el Etna no es traicionero, el volcán siempre avisa, nunca estalla de un día para el otro. Y cuando esta por lanzar, nos vamos. Me contesto como si fuera obvio.
-¿Pero y las cosas?, los muebles, el televisor, la heladera, la ropa...proteste.
Giovanni me miro, respiro profundo, apelando a la paciencia que los sabios tienen con los que solo la jugamos de ilustrados y me dijo:
-¡Que importa de las cosas, signore, si nosotros seguimos con Vida, todo lo demás se puede volver a reconstruir!
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“Si nosotros seguimos con vida, todo lo demás se puede volver a construir”. Es genial. Rosh Hashana, Iom Kipur, nuestra tradición judía es eso, tan sencillo y tan complejo, es una puesta de sol cada día, y una nueva salida, es Gracias a la Vida, por que mientras estamos vivos, pase lo que pase, podemos volver a reconstruir, lo que se rompió, lo que se quebró, el judaísmo como sabiduría y como tradición, en esta relación mano a mano con Di’s podemos reconstruir. Que importan las cosas, que importan los muebles, los televisores 50” y los celulares de ultima generación. Importa la Vida. Me importa la Vida.
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En esta noche especial, profunda y espiritual de Rosh Hashana, en esta cabeza del año quiero quedarme con las palabras de Giovanni, si nosotros seguimos con vida todo lo demás se puede volver a construir. Eso es exactamente “gracias a la vida”.
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Estamos juntos en este viaje, tres años que navegamos juntos por la vida judía, conozco a cada uno, cada día un poco mas, me conocen, son cada uno de ustedes una parte de mi con todo lo que somos, con todo lo que llevamos, con nuestros defectos y nuestras virtudes que en alguna medida todos tenemos. Y todos, cada uno de nosotros, con nuestros hijos y nuestros nietos, estamos aquí para declarar delante de Di’s, “Gracias a la Vida”

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.

Que el canto de todos nosotros se eleve a Di’s en estos días tan especiales de encuentro. Que nuestras plegarias nos unan y nos comprometan a ser fieles a los más altos ideales del pueblo judío y de la humanidad. Que Di’s escuche nuestras plegarias pidiendo por un mundo mejor, un mundo mas humano, un mundo mas tranquilo y que Di’s los bendiga con Shalom de cuerpo y de alma. Que Di’s nos oriente a elegir cada día, siempre la bendición y la vida.

Ktiva ve jatima tova. Que seamos inscriptos y sellados cada uno de nosotros y de nuestros seres queridos en el Libro de la Vida de la Bendición y de la Paz. Amen.

NUEVO Rab. P. Berman - Aquellas pequeñas cosas

Me emociona mucho volver a verlos esta noche tan especial. Creo que Rosh Hashana no es una festividad judía más. Cada festividad judía nos produce una sensación diferente, pero siempre nos refiere a un lugar muy particular en cada uno de nosotros. Rosh Hashana nos habla del ciclo de la vida, decimos que “el tiempo pasa”, somos nosotros los que un año más, en realidad, pasamos por el tiempo. Rosh Hashana se transforma así en el medio para decidir como será nuestro paso por ese tiempo que transcurre implacable. Cada Rosh Hashana se entremezclan recuerdos de la infancia, de la adolescencia, recuerdos con sabor a festividad judía, lo que uno fue dejando a través del camino, y lo que fue adquiriendo, Rosh Hashana nos habla a cada uno de nosotros, en un dialogo interno necesario, no es un festejo con cohetes y estrellitas de colores, no es solo una cena familiar, es un parar la pelota, y decidir cual será mi próxima jugada.

Nos hemos visto muchas veces este año, hemos compartido tantos diálogos, fiestas, momentos de alegría y también como es natural cuando uno vive, momentos de tristeza. Reunirnos esta noche marca algo especial, muy especial.

El marido le dice a la esposa, sabes querida, voy a trabajar duro y algún día seremos ricos. La mujer lo mira y le responde: ya somos ricos, querido. Nos tenemos el uno al otro y tal vez algún día, también tengamos dinero.

Nos tenemos el uno al otro, somos ricos. Somos una comunidad rica por que nos tenemos el uno al otro. Esto es lo realmente importante.
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¿Todos nos queremos profundamente?
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Todavía nos falta seguir caminando. Limando algunas asperezas por aquí y por allá. Sacar afuera algunos resentimientos. Somos seres humanos, con todo lo que eso significa. Con toda la carga de nuestras virtudes y de nuestros defectos, con nuestros amores y nuestros odios, pero ahí vamos caminando, “nos tenemos el uno al otro, somos ricos”.

Hace poco y gracias a Perla, conocí una herramienta interesante en Internet. Donde uno puede volver a reencontrarse con amigos, con compañeros de la escuela que uno no supo mas en la vida, y luego de 20 o 30 años uno vuelve a saber de ellos, de los caminos por los cuales los llevo la vida, de sus historias, de sus hijos. Me reencontré con un compañero de la escuela primaria. 30 años. Me escribe, “menos pelo y la misma cara de bueno”. Eso habla bien de mí. Algo se pierde en el camino, eso es inevitable, pero algo siempre permanece con nosotros.

Y uno se cree que los mató
El tiempo y la ausencia.
Pero su tren vendió boleto
De ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas
En un rincón, en un papel
O en un cajón.

Como un ladrón
Te acechan detrás de la puerta.
Te tienen tan a su merced
Como hojas muertas,
Que el viento arrastra allá o aquí...
Que te sonríen tristes y
Nos hacen que lloremos cuando
Nadie nos ve.

Son Aquellas Pequeñas cosas que nos dejo un tiempo de rosas.
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Creo que la vida, son aquellas pequeñas cosas que nos transmite el poeta, fotografías que día tras día, año tras año, vamos tomando, para luego proyectar la película de nuestra vida, la mía, la tuya, la de nuestros hijos, la de nuestros nietos. De nosotros, de cada uno, depende que deja proyectado en esa película, que verán de nosotros y de nuestra historia aquellos que ya vienen después nuestro, y claro esta, que veremos nosotros. ¿Que dejamos?, ¿solo recuerdos materiales? espero que no, me sentiría defraudado.
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¿Que valores hemos transmitido? Cuánto de nuestra historia, de Nuestra Tradición Judía, por que por algo estamos acá. Lo mas difícil de transmitir son los recuerdos, por eso los recuerdos hay que haberlos vivido antes, y si los recuerdos judíos no los vivimos ahora, el judaísmo agoniza.

Son Aquellas Pequeñas cosas.
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Rosh Hashana es por eso el momento propicio para parar la pelota. Y la tradición judía pone a nuestro servicio diez días perfectos para esto. Para salir de la vorágine, de la rutina, parar la pelota y pedir que nos proyecten las imágenes de nuestra propia película y observar. Lo que somos, lo que fuimos, lo que queremos ser. Ver lo que hicimos, lo que dejamos de hacer. Ver nuestras fallas, nuestras metidas de pata, nuestras faltas de respeto, nuestras promesas incumplidas, nuestras mentiras, nuestro desviar la mirada para mirarnos el ombligo. Y la película sigue y corremos las imágenes como en un Iphone, y Rosh Hashana como una isla en medio del océano, que nos permite examinar nuestras almas.

Son aquellas pequeñas cosas que nos dejo un tiempo de rosas, en un rincón en un papel o en un cajón.
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Abro un cajón y miro en mis recuerdos, y encuentro la foto de mi primer día de clases, cuantos recuerdos, cuantos sueños, ¿cuantos he cumplido? ¿Cuantos aun me quedan por cumplir? Debajo de esa foto la primer carta de amor que escribí en mi vida, vaya que escribía lindo, hoy ya no escribo cartas de amor...y los amigos que se han ido, algunos para siempre, y aquellos que se mantienen en la distancia, la distancia...
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Y las peleas con mi hermano, y las platicas con el hasta bien tarde en la noche, como me ayudaba en matemáticas, y mi padre acompañándome cada mañana a tomar el bus en avenida Rivadavia para ir a la escuela, y los olores de fiesta judía, y mi madre preparando el pescado al horno, y mi abuelo levantando la copa de kidush y la mesa impecablemente blanca y en cada plato un regalo para los mas pequeños, y la mesa completa, ¿cuantos faltan hoy a esa mesa? y aquel Sr. viejito preparándome para mi Bar Mitzva en mi querida sinagoga de la calle Uriburu.

Son aquellas pequeñas cosas, y el encuentro con Perla, y el destino, y mi primer hijo y mi segundo hijo, y sus sonrisas, y quedarse mirando sus rostros, el tiempo que me dejan, el tiempo que me dejen...

Son Aquellas pequeñas cosas. Y año tras año con esta brújula que se llama Tradición Judía, construimos nuestra esencia como seres humanos, construimos nuestros recuerdos. Podemos elegir tirar cohetes para no pensar demasiado en el paso del tiempo, cuanto mas ruido hago mas aturdido estoy, podemos ir mañana a nuestros trabajos como de costumbre, podemos mandar a nuestros hijos a la escuela, como de costumbre. O podemos optar por parar la pelota, y redefinir el rumbo. Podemos optar por una vida vacía de tradiciones judías y de recuerdos judíos, vida judía que termina en nosotros. O podemos optar por una vida judía plena, donde la tradición judía no sea vivida como una obligación o una perdida de tiempo, sino como un placer y como una oportunidad que me da la vida de ser parte de un pueblo, de una historia. Si marcamos el rumbo otros podrán seguirnos.

Un señor se hace a la mar a navegar en su velero y, de repente, una fuerte tormenta lo sorprende y lo lleva descontrolado mar adentro. En medio del temporal el hombre no ve hacia donde se dirige su barco. Con peligro de resbalar por la cubierta, echa el ancla para no seguir siendo llevado por el viento y se refugia en su camarote hasta que la tormenta amaine un poco. Cuando el viento calma, el hombre sale de su refugio y recorre el velero de proa a popa. Revisa cada centímetro de su nave y se alegra al confirmar que esta entera. El motor enciende, el casco esta sano, las velas intactas, el agua potable no se ha derramado y el timón funciona como nuevo.
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El navegante sonríe y levanta la vista con intenciones de indicar el retorno a puerto. Otea en todas las direcciones pero lo único que ve por todos lados es: agua. Se da cuenta que la tormenta lo ha llevado lejos de la costa y de que esta perdido.
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Empieza a desesperarse, a angustiarse.
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Como les pasa a algunas personas en momentos demasiados desafortunados, el hombre empieza a llorar mientras se queja en voz alta diciendo:
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-Estoy perdido, estoy perdido…que barbaridad…
Y se acuerda de que el, es un hombre educado en la fe, como a veces pasa, lamentablemente solo en esos momentos, y dice:
-Di’s mío, estoy perdido, ayúdame Di’s mío, estoy perdido…
Aunque parezca mentira un milagro se produce en esta historia: el cielo se abre, un círculo diáfano aparece entre las nubes, un rayo de sol entra, como en las películas, y se escucha una voz profunda que dice:
-¿Qué te pasa?
El hombre no puede creer el milagro e implora:
-Estoy perdido, no se donde estoy, estoy perdido, ilumíname, Di’s. ¿Dónde estoy Di’s? ¿Dónde estoy?
En ese momento, la voz, respondiendo a aquel pedido desesperado, dice:
-Estas a 38 grados latitud sur, 29 grados longitud oeste, y el cielo se cierra.
-Gracias, gracias. Dice el hombre.
Pero pasada la primera alegría, piensa un ratito y se inquieta retomando su queja.
-Estoy perdido, estoy perdido.
Acaba de darse cuenta que con saber donde esta, sigue estando perdido. Porque saber donde estas no te dice nada respecto a dejar de estar perdido.
El cielo se abre por segunda vez:
-¿Que te pasa?
-Es que en realidad no me sirve de nada saber donde estoy, lo que yo quiero saber es adonde voy. ¿Para que me sirve saber donde estoy si no se adonde voy? A mi lo que me tiene perdido es que no se adonde voy.
-Bien, dice la voz. Vas a San Salvador, y el cielo comienza a cerrarse otra vez.
Entonces, ya más rápidamente y antes de que el cielo termine de cerrarse, el hombre dice:
-Estoy perdido, Di’s mío, estoy perdido, estoy desesperado.
El cielo se abre por tercera vez:
-¿Y ahora que pasa?
-No, es que yo, sabiendo donde estoy, y sabiendo adonde voy, sigo estando tan perdido como antes, por que en realidad ni siquiera se donde esta ubicado el lugar a donde voy.
La voz le responde:
-San Salvador esta a 20 grados…
-No, no, no, exclama el hombre. Estoy perdido, estoy perdido. ¿Sabes lo que pasa? Me doy cuenta que ya no me alcanza con saber donde estoy y adonde voy, necesito saber cual es el camino para llegar, necesito el camino.
En ese preciso instante, cae desde el cielo un pergamino atado con un moño.
El hombre lo abre y ve un mapa marino. Arriba y a la izquierda un puntito rojo que se prende y se apaga con un letrero que dice:
“Usted esta aquí”.
Y abajo a la derecha un punto azul donde se lee:
“San Salvador”
En un tono fucsia fosforescente, el mapa muestra una ruta que tiene muchas indicaciones:
Remolino
Arrecife
Piedritas
Y que obviamente marca el camino a seguir para llegar a destino.
El hombre por fin se pone contento y dice:
-Gracias Di’s mío.

Nuestro improvisado y desgraciado héroe, mira el mapa, pone en marcha el motor, estira la vela, observa para todos lados y dice:
Estoy perdido, estoy perdido.

Por supuesto.
Pobre hombre, sigue estando perdido.
Para todos lados adonde mira sigue habiendo agua, y toda la información reunida no le sirve para nada, porque no sabe hacia donde empezar el viaje.

En esta historia, el hombre tiene conciencia de donde esta, sabe cual es la meta, conoce el camino que une el lugar donde esta y la meta adonde va, pero le falta algo para dejar de estar perdido.
¿Qué es lo que le falta?
Saber hacia donde.

¿Como haría un señor que navega para determinar el rumbo?
Mirando una brújula. Por que solamente una brújula puede darle esta información. Ahora que sabe donde esta, que sabe adonde va y que tiene el mapa que lo orienta, ahora le falta la brújula. Porque si no tiene la brújula, de todas maneras, no sabe hacia donde emprender la marcha.

El rumbo es una cosa, y la meta es otra.

La meta es el punto de llegada, el camino, es como llegar, el rumbo es la dirección, el sentido.
Y el sentido es imprescindible aunque lo único que pueda aportarte sea saber donde esta el norte. Si uno entiende la diferencia entre el rumbo y la meta, empieza a poder definir muchas cosas.

Rosh Hashana es la Brújula, que nos permitirá definir el rumbo, el sentido, el hacia donde. En algún momento de nuestras vidas es positivo pensar en esto. Por supuesto que Rosh Hashana se transforma en la Brújula que podrá o no definir el rumbo que llevamos en la vida en general, pero a mi, aquí y ahora, el que mas interesa plantearles, y en el punto que mas quiero producirles crisis, es en el rumbo que tomaran en relación a vuestro judaísmo, al de vuestros hijos y vuestros nietos. Yo se que somos una comunidad pequeña, pequeña en numero, pero no en actividad, no en vida comunitaria, y es gracias a cada uno de ustedes, que viene, participa, cada día, cada semana, aportando tiempo, que es lo mas caro que podemos aportar, aportando ideas, eso vale, y mucho!! Pero también me preocupa el futuro, y en realidad de nada sirve pre-ocuparse, el secreto es o-cuparse. Debemos unir nuestras brújulas y marcar juntos el mismo norte.
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Somos 130 judíos en un contexto de 13 millones de judíos a lo largo del mundo, puede parecernos esto un porcentaje muy pequeño, pero mañana los sonidos que salgan de nuestro shofar se unirán al sonido de los miles y miles de shofarot de comunidades judías alrededor del mundo que harán sonar sus propios shofarot y también en esa tekia guedola estaremos todos incluidos.

En esta noche sagrada de Rosh Hashana les suplico que alimenten vuestras almas y la de sus hijos con vivencias, recuerdos, y memorias judías. Por que cuando crecemos las recordamos. Por que son aquellas pequeñas cosas...
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Para que sus hijos, y sus nietos, sepan, y ustedes recuerden no solo de donde vienen, sino también hacia donde van. Por que así como tenemos un origen común como pueblo, tenemos un destino común. Como judíos, y como comunidad.
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Rezo en este Rosh Hashana para que podamos vivir con nuestras almas judías conectadas a la tradición judía, a cada una de las festividades, a cada uno de los momentos sagrados que nos unen, al Shabat, a Israel, a Ierushalaim, a cada judío a través del mundo y a cada ser humano.

Shana Tova Umetuka
Por un año bueno y sumamente dulce.
Que seamos inscriptos y sellados en el Libro de la Vida.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Rab. Waingortin - Cuando todo tiembla

El mes pasado me tocó ir a Lima, a un encuentro de estudio con rabinos de Latinoamérica. Estudiamos durante cuatro días con un profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem, con un nivel altísimo, fue una gran experiencia. Pero lo que coronó el evento como una experiencia absolutamente inolvidable, fue que el último día nos tocó el terremoto. Estábamos con Gachi en un intervalo antes de la conferencia final, tomando un té en el centro de Lima, cuando empezó a temblar. Como estábamos al lado de un gran ventanal, nos levantamos para alejarnos de los vidrios, como nos han enseñado acá en Chile, y buscamos un lugar seguro donde guarecernos. Fue muy impresionante. Cuando volvimos a la comunidad, obviamente nadie hablaba de otra cosa, y todos contaban dónde estaban y qué hicieron durante esos eternos dos minutos.

Y la anécdota más genial fue la de la esposa de un Rabino de Montevideo. Ella es brasilera, de Sao Paulo, por lo que tenía cero experiencia en estos asuntos. Fue la primera vez en su vida que se le movía el piso. Y para colmo, el terremoto la encontró sola, en una gran multitienda. Ella nos contó que cuando todo se empezó a mover, las sirenas a sonar, la gente a gritar y correr, le preguntó a una señora: Señora, ¿qué hay que hacer? Y la mujer le contestó: “¡Rezar, m´ijita, rezar!” La pobre le preguntó de nuevo: Sí, pero además de rezar, ¿qué hago? Entonces otra mujer la tomó del brazo y la guió debajo de una viga, diciéndole lo que nosotros ya sabemos, y lo que ella esperaba escuchar: Cuando tiembla, hay que alejarse de los vidrios y buscar un lugar seguro: una viga, una columna, o el vano de una puerta.

Amigos, creo que lo que le pasó a la esposa de este Rabino es un símbolo de algo que nos ocurre a todos. La vida es un terremoto constante. La estabilidad es ficticia. Como dice la canción: cambia, todo cambia. Nada es estable. Si eres niño, estás creciendo, tu cuerpo cambia, y eso te sorprende. Si eres adulto, aunque ya no estás creciendo, tu cuerpo también cambia, y eso te sorprende. La gente cambia, nos ponemos más sabios, o más necios. Las parejas maduran, los hijos crecen. Los desafíos cambian, las interrogantes cambian. Las etapas de la vida cambian y nos hacen cambiar. Algunos vivieron este año la Bar Mitzvá de un hijo, o los tnaim o el matrimonio de una hija, algunos vivieron el nacimiento de nietos. Algunos enfrentaron el dolor de una enfermedad o la pérdida de un ser querido. La ciudad cambia, la sociedad cambia. Algunos enfrentan una nueva vida, la independencia, la entrada al mundo laboral; a otros les toca enfrentar el nido vacío. Todos hemos tenido pruebas, en la universidad, en el trabajo, todos hemos tenido altos y bajos. Díganme si no es como un terremoto, tenue pero constante.

¿Qué hacemos para preservarnos, para protegernos? Algunos se paralizan, y solo rezan. ¿Pero hay algo más que podamos hacer ante las incertidumbres de la vida? Yo creo que ante las incertidumbres de la vida, debemos rezar, sí, pero no por rezar: debemos rezar para que D´s nos dé la fuerza y la sabiduría para identificar cuáles son aquellos vidrios de los que debemos alejarnos, y cuáles son las vigas bajo la cuales protegernos.

Amigos, la vida es inestable, y sabemos que cuando tiembla debemos alejarnos de los vidrios, porque pueden estallar y nos pueden lastimar. La sociedad nos rodea de vidrios amenazantes. ¿Cuáles son esos vidrios que nos amenazan?

Yo diría que la principal amenaza, el mayor vidrio del que debemos alejarnos, es la falta de sentido en la vida. Si no sabes para qué vives, nada podrá satisfacerte, y como decíamos en Rosh Hashaná, la insatisfacción es el signo de la vida moderna. Quizás sea esta falta de sentido la que genera todos los demás vidrios de los que debemos alejarnos:

La droga y el alcohol son unos de los vidrios que nos amenazan en esta sociedad terremoto que tenemos. Nos hacen creer que no hay diversión posible sin ayuda externa. Necesitamos estimulantes para lograr estados de excitación que podríamos conseguir internamente si lo intentáramos. No les ponemos límites a nuestros hijos porque tampoco tenemos claro nuestros propios límites. Vivimos en una cultura que premia lo que es inaceptable. Alejémos de las drogas y el alcohol, porque nos lastiman.

Otro vidrio que nos amenaza y del que debemos alejarnos es la infidelidad. La vemos en la televisión como algo natural e inevitable, y sin embargo no es ni natural ni inevitable. Las parejas se rompen porque falta compromiso con las promesas que hemos hecho. Creemos que todo vale, que hay que disfrutarlo todo, de todas maneras. Y eso no es verdad. El sufrimiento que genera la infidelidad matrimonial es muy difícil de curar. No lo merecemos ni lo merece la gente que amamos. Alejémonos de la infidelidad, porque nos lastima.

Otro vidrio que nos amenaza y del que debemos alejarnos es el creer que todo vale porque “todos lo hacen”. La falta de valores hace que perdamos la noción de lo que es correcto y lo que no. Nadie saluda al personal de aseo o de seguridad, para qué? Nadie cede el asiento a los mayores, qué necesidad? Todos compran ediciones pirata de cualquier cosa, qué problema hay? Y así, vamos perdiendo nuestro juicio crítico ante las decisiones éticas que tomamos diariamente. Alejémonos de la falta de valores, porque nos lastima.

Otro vidrio que nos amenaza y del que debemos alejarnos es la banalización de las relaciones humana. Si no obtengo algún provecho, social o económico, de una relación, para qué voy a perder mi tiempo? Tomamos a la gente como instrumentos para nuestro beneficio. Recuperemos la convicción de que cada ser humano ha sido creado a imagen de D´s y tratemos a los demás de acuerdo a esto. Alejémonos de la banalización de las relaciones humanas, porque nos lastima.

Como pueblo judío tenemos nuestros propios vidrios que nos amenazan y de los que debemos alejarnos: el más grave se llama asimilación. La asimilación es creer que el tener la libertad de ser iguales nos impide ejercer nuestra libertad de ser diferentes. Cuando no estudiamos, cuando no practicamos nuestra religión o nuestras tradiciones, cuando no nos basamos en nuestras raíces para tomar decisiones, nos estamos asimilando.

Si D´s te siguiera durante las 24 horas de un día cualquiera con una cámara oculta, ¿se daría cuenta de que eres judío? Si ese día fuera Iom Kipur, sí, a D´s le quedaría claro que está filmando a un judío. Si fuera un viernes, quizás se daría cuenta, pero si te filmara un sábado? Y si el ejercicio lo hiciera un día cualquiera de la semana? Amigos, debemos ser judíos las 24 horas de los 365 días del año. Eres judío por la manera como comes, por la manera como descansas, por la manera como llevas tu vida sexual, por la manera como enfocas tus relaciones humanas con justicia y misericordia, por la manera como tomas decisiones éticas. Si tu estilo de vida es idéntico al de tu vecino no judío, te estás asimilando. Y la asimilación es un vidrio que nos amenaza. Alejémonos de la asimilación, porque nos lastima.

La vida es inestable y en los terremotos debemos alejarnos de los vidrios.

Pero todos sabemos que cuando tiembla, no basta con alejarse de los vidrios, también hay que buscar protección debajo de alguna viga. Ahora, cómo sabemos si una viga que vemos en el techo es realmente una viga que puede protegernos, o si no es más que una viga decorativa? Tenemos que saber que hay vigas estructurales, vigas verdaderas, y vigas decorativas, que prometen una protección que no existe.

Ante la incertidumbre de la vida, muchos buscan refugio en el dinero. Creen que acumular bienes les dará estabilidad, sienten que lo material es la base de su seguridad, y no se dan cuenta de que el dinero es solo un instrumento.

Una de las mitzvot que más se cumplen en Santiago, es la de acompañar a los deudos durante la shivá. Cuando fallece una persona, todos los amigos y familiares se congregan para acompañar a los deudos durante los días de shivá. Y ¿cuál es el salmo que se lee en ese momento? El salmo 49, ése que dice que el ser humano cree que vivirá eternamente y pone su nombre a sus casas. “Pero al morir nada se llevará con él; es semejante a los animales, perecedero”. El dinero no compra la vida: por el contrario, compras vida cuando compartes tu dinero. El dinero no es más que un instrumento. Es una viga falsa, no busquemos refugio en ella.

Otra viga falsa, bajo la que muchos intentan buscar protección es el status social, el éxito, la figuración, el cavod. Son vigas falsas, que se nutren del temor a la muerte y a veces, de una baja autoestima. Recuerden que Moshé, el gran líder del pueblo judío, que recibió la Torá de D´s, fue “ish anav meod”, un hombre sumamente humilde. Es el único atributo que le da el Texto: su humildad. Ante la incertidumbre de la vida, la posición social es una viga falsa, no busquemos refugio en ella.

Amigos, las incertidumbres de la vida nos exigen que busquemos protección debajo de vigas verdaderas.

¿Cuáles son estas vigas verdaderas? Yo diría que la primera, es la fe. Es saber que hay un D´s y que Él es la base de mi esperanza. Hashem lí veló irá, si siento que D´s está conmigo, nada temo. Lo lehitiaesh, no desesperar, es la mitzvá más esencial que D´s nos da.

En hebreo, fe se dice “emuná”, que en realidad, más que fe, significa “fortaleza”. La viga verdadera que nos protegerá ante la incertidumbre de la vida no es una fe mágica. Es la disposición de pensar que a D´s le importa cada una de tus decisiones éticas. La persona de fe sabe que cada vez que hace algo incorrecto está empeorando el mundo, y que cada vez que hace algo correcto está mejorando el mundo. Y sabe que la misión del ser humano sobre la Tierra es dejar el mundo un poco mejor que como lo encontró. Fe es saber que D´s tiene un plan y que tú eres parte esencial de ese plan. Y no es irrelevante si haces tu parte o si no lo haces.

Kevakarat roé edró. D´s recuenta a cada ser humano en este día de Iom Kipur. D´s te cuenta y te tiene en cuenta, sabe de cada dolor y de cada pena tuya, de cada éxito y de cada logro. Esa es la fe que nos protegerá ante las incertidumbres de la vida. Es una viga verdadera.

El saber que eres parte de un pueblo eterno, que sobrevivió a través de siglos de sufrimiento y dispersión, es también una viga verdadera. En este mismo viaje a Lima, dedicamos dos horas en un intervalo entre bloques de estudio a visitar el Museo de la Inquisición. Estaba cerrado (le pasa a cualquiera…) pero visitamos la plaza donde se hacían los autos de fe, donde fueron quemados tantos judíos, entre ellos Francisco Maldonado da Silva, el de La Gesta del Marrano.
Lo interesante es que una de las calles que desembocan en la plaza se llama “Calle de los Judíos”, porque era por allí que llegaban los judíos que iban a ser quemados. Y en esa calle, nos explicó el guía, funcionó clandestinamente una sinagoga hasta 1639. Lo singular es que éramos 20 rabinos de toda América Latina, todos líderes de comunidades activas y pujantes, visitando los vestigios de la destrucción. No nos vencieron. Somos un pueblo increíble, Am Israel jai vekaiam. Nuestras vidas a veces tiemblan como un terremoto, pero pertenecemos a un pueblo eterno. Ante las incertidumbres de la vida, busquemos vigas verdaderas. La pertenencia al pueblo judío es una viga verdadera.

Amigos, la identidad judía es una brújula que nos sirve para orientarnos, si la vivimos conscientemente. Y la identidad judía está indisolublemente ligada a Medinat Israel. Lamentablemente, cuando pensamos en Medinat Israel sentimos más intensamente que la vida judía es un terremoto. El año pasado por esta época caían los katiushas en el Norte. Hoy, los kasam siguen cayendo en el Sur. Ciudades como Sderot viven amenazadas constantemente por los misiles lanzados desde Gaza. Irán sigue armándose a vista y paciencia del mundo. El antisemitismo en Europa sigue fortaleciéndose. Si la vida es inestable, la vida judía es doblemente inestable. Por eso, como judíos debemos respaldar incondicionalmente al Estado de Israel. No existe la distinción entre judaísmo y sionismo. Todo anti-sionista es anti-judío. Y todo judío que no sea sionista, que no apoye irrestrictamente al Estado de Israel, está faltando a la esencia del judaísmo.

Hay otro terremoto que sacude a la vida judía y está en las divisiones internas que sufre nuestro pueblo, las rivalidades, las exclusiones. Debemos delatar esto y ser proactivamente inclusivos. La asimilación reduce anualmente a nuestras comunidades, por personas que deciden alejarse del pueblo judío. No estamos en condiciones de seguir perdiendo judíos. Este año, como todos los años, invito a las personas que están en matrimonios mixtos a que se incorporen a través de una conversión sincera, o que den educación judía a sus hijos.

Fortalezcamos nuestra identidad judía a través del estudio, el cumplimiento de mitzvot, la participación y el compromiso comunitario. Ante las incertidumbres de la vida, busquemos vigas verdaderas. Una identidad judía firme es una viga verdadera.

Otra viga verdadera es la familia judía, que provee redes de contención esenciales para el desarrollo de sus miembros. Celebrar Shabat alrededor de una mesa familiar con velas encendidas, kidush, bendiciones a los hijos. Una mesa de Rosh Hashaná, un séder de Pésaj, venir juntos a Iom Kipur… dime si no forman parte de tus recuerdos familiares más profundos. Tú debes continuar generando esos recuerdos en tus hijos. Y si no tuviste estas cosas en tu infancia, con más razón debes esforzarte para que tus hijos sí las reciban.

En el Shmá Israel decimos: “Ureitem otam, uzjartem et kol mitzvot Hashem, veasitem otam”. Lo verás (el cumplimento de las mitzvot); luego lo vas a recordar, y entonces lo harás. Lo que se ve, se recuerda; lo que se recuerda, se hace. La familia judía es una fuente de continuidad irreemplazable. Ante las incertidumbres de la vida, busquemos vigas verdaderas. La familia judía unida y reconciliada, la convivencia judía, el compartir ritos, el compartir valores, es una viga verdadera.

Amigos, cuando todo tiembla a nuestro alrededor, hay que rezar. Porque rezar nos dará la fuerza y la sabiduría para hacer lo que debemos hacer: alejarnos de los vidrios que amenazan con lastimarnos, y buscar protección bajo vigas verdaderas. Nuestra tradición judía nos indica claramente cómo protegernos. Una identidad fuerte, una fe madura, una familia que comparta ritos y valores, son fuente de sentido y protección.

Amigos, ante las incertidumbres de la vida, busquemos vigas verdaderas, porque sabemos que aunque todo se caiga a nuestro alrededor, ellas seguirán en pie.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Rab. Iugt - Rosh HaShaná 5767

Un día D'os estaba observando Su mundo y vio el terrible comportamiento de la humanidad. Entonces decidió enviar un ángel a la Tierra con la misión de verificar lo que allí sucedía. Y así lo hizo.

Cuando poco tiempo después el ángel regresó, dio su reporte: "Sí, D’os, las cosas están mal. Mientras un 5 por ciento de la humanidad se comporta bien, el otro 95 por ciento no lo hace."

D”s no lo podía creer. Y para tener una segunda opinión antes de actuar, decidió enviar a la Tierra un segundo ángel con la misma misión. Cuando regresó, el ángel llegó hasta D'os y le dijo: "Sí, es verdad, la Tierra está en decadencia: mientras el 95 por ciento de los seres humanos se comporta mal, apenas el 5% se comporta bien".

D'os se quedó muy preocupado. Así que como una forma de estímulo y felicitación decidió enviar a aquel 5 por ciento de la humanidad que se comportaba bien un correo electrónico.

¿Saben lo que decía este e-mail? ¿No? ¡Ah, entonces ustedes tampoco lo recibieron!

En Rosh Hashaná recordamos la creación, pero no cualquier creación. Rememoramos la creación ni más ni menos que de Adam, aquel primer ser humano sobre la faz de la tierra.

Es decir, que Rosh hashaná pone de relieve el esfuerzo moral y la creatividad. La tradición judía está relacionada de modo diferente a la creación y durante estos días sagrados dramatiza esta relación única.

Los Rabinos no nos cansamos nunca de repetir nuestro modo de ver que todo lo creado está incompleto, inacabado, imperfecto. La creación es el principio no el fin. Lo que celebramos no es el momento mismo de la creación, sino el que ésta sea concedida, es decir la plenitud potencial que nos permite continuar plasmando un orden moral más allá de la energía amoral.

¿De que manera solemos llevar esto a la práctica en nuestra religión?

Exactamente, por medio de la transformación moral. Que en un lenguaje más simple llamamos educación. Y precisamente digo educación y no enseñanza, pues como lo define el Dr. Humberto Maturana, el enseñar es mostrar un hacer, mientras que educar es guiar en el vivir.

Guiar en el vivir, una definición tan simple como precisa y hermosa, que marca la senda por la cual se debe encaminar un padre, una madre, un abuelo, un moré, un Rab, que además tiene el plus y el honor de dirigir un colegio, en el cual se educan y se forman niños judíos, nuestros hijos y vuestros nietos.

Solemos escuchar muy a menudo la siguiente frase: “Los niños son el futuro”. Hoy, en este Rosh Hashaná, los quiero invitar a reflexionar. Los niños no son el futuro, sino que el futuro somos nosotros mismos con los niños con los cuales vivimos ahora. El futuro es el imaginar ahora que haré después. El hecho de vivir ocurre en el presente. El pasado como tal no existe, es un modo de explicar el presente. Vivir, querida comunidad, es un continuo presente.

Cuando uno escoge un colegio, básicamente está eligiendo un espacio de convivencia para sus hijos. Por lo cual, cuando uno escoge ser parte de una comunidad o no ser parte de ella, también está incluyendo en esta elección a sus hijos.

Es decir, para ser león no basta con serlo, sino que debemos vivir como leones y con leones desde pequeños, para aprender de esa convivencia y el día de mañana desempeñarnos como tal. Para ser judío con todas las letras también.

La educación, este guiar en el vivir, es el proceso mediante el cual logramos transformar a los seres humanos en personas dignas de los demás.

El famoso rebe Menajem Mendel de Kotzk, daba consejos al jasid que tenía terribles pensamientos cuestionando al juez, D’os y la justicia y a los significados del mundo.

A cada duda angustiosa del jasid le respondía: pero de que te inquietas!!!

Y viendo que el jasid de verdad se inquietaba, le aconsejaba no preocuparse por sus dudas, porque si te inquietas tan intensamente, es porque eres un judío honesto, y un judío honesto está autorizado a tales dudas.

En los comienzos han sido creados los mundos. En la creación se plasman los significados. Eso es lo que debemos hacer en estos días tan sagrados para nuestro pueblo, para nuestra historia, redescubrir nuestras raíces, reencontrarnos con nuestras tradiciones, conectarnos con D’os, resignificarnos y sabernos judíos, viviendo como judíos entre judíos. Para que nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos, puedan seguir teniendo un Colegio hebreo en el cual poder educarse y una comunidad Israelita de Valparaíso - Viña del Mar para poder compartir la riqueza de nuestras milenarias tradiciones.

Como dice la hermosa canción en hibrit, KOL SHANA MATJILÁ BE SIGNON SHEL SHEELÁ….

Cada año empieza con signo de pregunta, como un bebé que mide sus pasos, como un amanecer que aparece en el kineret azul y mira hacia al cielo del oeste.

Cada hora empieza con signo de pregunta, como un corazón que late a ritmo, como un pimpollo verdecito que crece con fuerza, y dirige su rostro hacia las cumbres altas.

Cada segundo empieza con signo de pregunta y antes que contestes se escapará como una caricia de la brisa del mar que sube desde algún lugar y su música aun se escuchará desde lejos.

Es genial que el año empieza con canto y buen espíritu. Todo año empieza con signo de pregunta, y nosotros encontraremos la respuesta.

D”S nos bendiga a todos nosotros con un año de salud y colmado de bendiciones.

Rab. Iugt - Kol Nidrei 5767

Raban Shimón ben Gamliel, el famoso sabio de la época de la Mishná, dijo: “no hubieron mejores días para Israel que el 15 de Av e Yom Kipur”. (Tannit 4:8)

Escucharon bien lo que acabo decir, Yom Kipur es el mejor día del año. Créanme, por favor que Raban Shimón no era masoquista. Es que en aquellos tiempos el judaísmo no sólo definía lo bueno y lo malo, sino que también le indicaba a los creyentes qué hacer cuando se sentían abrumados por la sensación de no cumplir con lo que se esperaba de ellos.

Cuando el Beit hamikdash existía, nuestros antepasados llevaban al altar un sacrificio, un korban jatat, una ofrenda por el pecado.

¿Para que? No era para saldar las cuentas con un acto bueno compensando cada acto malo, ni menos aún se trataba de una especie de soborno a D”S para que no tomara en cuenta la ofensa.

El objetivo era conectar al donante con lo mejor de su naturaleza, para que pudiera decirse a sí mismo: “en ocasiones soy débil e insensible, pero a veces también puedo ser fuerte y generoso. No soy una mala persona. Soy alguien que a menudo hace las cosas mal, pero más comúnmente hago cosas buenas. Y puedo mejorar”.

Por ello es que nuestros sabios enseñan que no había persona más feliz en todo Jerusalem, que aquél que traía su ofrenda, ya que al irse se iba sintiéndose perdonado.

Pensémoslo de esta forma; en todos los jaguim las mitzvot recaen sobre algo ajeno. En Purim recae sobre la lectura de la meguilá, en Pesaj sobre la Matzá, en Rosh Hashaná sobre el Shofar, y en Sucot sobre la sucá; pero en Yom Kipur la mitzvá recae sobre cada uno de nosotros.

Dice el texto de la Torá, refiriéndose a este día de Kipur: “Veinitem et nafshoteijem” Afligiréis vuestras almas.

Sin embargo la misma raíz de inui, se puede utilizar para cantar, según lo interpreta el talmud, por lo tanto podríamos decir que Yom Kipur es el momento ideal para dejar que nuestras almas canten.

El Alma es el tejido propio de lo que somos. Es el alma la que nos impulsa a hacer buenas obras, la que nos da energía.

Sin conciencia del alma no puede haber crecimiento personal, porque es el alma la que expresa la insatisfacción, que es en definitiva, lo que nos motiva a crecer.

Por ello nuestros sabios de bendita memoria, nos enseñaron que en este sagrado día debemos ayunar. Porque no debemos estar pendientes de las necesidades de nuestro cuerpo, como solemos hacerlo el resto de los días, sino que más que nunca debemos alimentar nuestra neshamá.

El alma nos enseña humildad. El alma es nuestro costado trascendente, siempre hacia arriba como la llama de una vela.

Por ello el día de hoy ayunamos, porque debemos alimentar el alma más que nunca, y la educación y la virtud son la comida de nuestra neshamá, nuestra alma.

Por lo tanto la clave del sentido y la felicidad en la vida, entonces, está en nuestras propias manos.

D”s nos está hablando en este día, repetido a través de todas las generaciones. ¿Que es lo que nos dice?

Que debemos acrecentar nuestra riqueza, si, no me equivoqué, nuestra riqueza, nuestra riqueza espiritual.

Las personas con inteligencia espiritual, aprendimos el pasado Martes en el Yom yiun de la WIZO son concientes de que son mas que un cuerpo, más que una mente y unas emociones, por lo que recargan permanentemente su espíritu.

¿Como alimentar nuestro espíritu?

Siendo concientes de nuestra misión en la vida, orientándonos a un trabajo con significado y entendiendo la importancia de servir.

Teniendo humildad, es decir la suficiente capacidad de ver más allá de nuestro ego e individualidad.

El ser humano necesita encontrar un sentido en su vida. Este se halla cuando servimos a una causa más grande que uno mismo, cuando ayudamos a los demás.

Una persona desarrolla su espiritualidad cuando sus acciones y emociones son guiadas por el amor.

El espíritu no se enriquece deseando prestigio o bienes, mas bien, se desarrolla cuando pasamos por encima de nuestros deseos egocéntricos y tomamos una actitud de servicio y amor hacia las personas.
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En lugar de elevar nuestra sensación de valía personal a través de la enorme cantidad de estímulos externos, busquemos hacerlo logrando una mayor conexión con nuestro mundo interior.

Este sagrado día de Yom Kipur, tiene tanta trascendencia para nuestro pueblo, porque nos enseña que la felicidad no está en los logros, sino en el camino para conseguirlos.

A la felicidad no hay que perseguirla, ya está en nosotros, solamente tenemos que hacer que aflore.

Me enseñaron una vez que los días más importantes del año no son los que están entre Rosh Hashaná e Yom Kipur, sino por el contrario son aquellos días que transcurren entre este Yom Kipur y el siguiente Rosh Hashaná.

Quiera D”S que aprendamos que el hombre jamás podrá ser feliz si no alimenta su alma tal como alimenta su cuerpo.

Tenemos todo un día para alimentar nuestra idishe neshume y dejarla con el estanque llena, aprovechemos la instancia maravillosa que D”S no da y mañana por la noche cuando escuchemos el sonido del shofar, anunciando que ya este día habrá culminado, podamos haber crecido un poco más internamente, saliendo de la sinagoga, al igual que nuestras generaciones anteriores, sintiéndonos libres, vivos y perdonados.


Rab. Iugt - Kol Nidrei 5766

Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño.
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Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.

Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.

Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Cuando se inicia como adulto la gente se junta nuevamente y canta.

Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción. Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama, igual que para su nacimiento, para acompañarlo en su transición.

En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.

La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo, es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros.

Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás.

Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo, tu totalidad cuando estás quebrado. Tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estas confundido.

Mi deber y mi misión hoy, es cantarles su propia canción, como en el relato, para que cada uno de ustedes tome conciencia de sus propias faltas, de sus propias carencias, de la clase de judaísmo que están viviendo y le transmiten a sus hijos y nietos, de la participación comunitaria que tiene cada uno.

El juicio comenzó hace diez días y éramos pocos, de seguro no todos lo que debimos ser, y hoy nos presentamos ante el juez para escuchar su sentencia, nuestra sentencia.

Parece incongruente nuestro actuar. Se enseña en el capítulo cuarto del tratado de Brajot, en la mishná, que no se debe rezar sino imbuidos del debido espíritu. Los antiguos Jasidim se concentraban una hora antes de comenzar a rezar, para así tener la suficiente kavaná para dirigirse a D”S.

Por el contrario, nosotros nos presentamos ante su presencia, sin haber hecho nada antes, muchos de ustedes sin siquiera haber estado presente en los días del juicio, Rosh hashaná, y sin tomar conciencia de “Da lifnei mi ata omed” sabe ante quien estás parado.

Seguimos siendo incongruentes. Muchos de nosotros al hacer ejercicio físico, nos preparamos y elongamos nuestros músculos para que no se produzca ningún desgarro, pero no tomamos la misma actitud al momento de venir a la sinagoga y disponernos a rezar. Es más, ¿Cuantos de nosotros verdaderamente somos capaces de concentrarnos en la tefilá?

Solemos agendarnos y programarnos con mucha anticipación, cuantos días, cuantas semanas nos tomaremos para disfrutar de unas muy merecidas vacaciones, acordamos con la agencia de viajes, sacamos los boletos, arrendamos un cuarto de hotel y un par de visitas programadas por los lugares exóticos que visitaremos, pero eso sí, el día previo a Rosh Hashaná o el mismo día, e incluso hay quienes el mismo día de Yom Kipur, se contactan recién con la Sarita y le piden sus sitiales para la sinagoga.

Hablando de las vacaciones, hay muchos que se toman algunas semanas, no en enero y Febrero, sino durante el resto del año para descansar y desenchufarse de la diaria rutina, olvidándose del trabajo y por supuesto dejando alguien a cargo de la empresa o del negocio, pero esas mismas personas no son capaces de tomarse 5 horas por la mañana, dos días al año, justamente los dos días de Rosh Hashaná para darle unas vacaciones al alma, al espíritu, que tantas veces precisa descanso y tan pocas veces se lo damos.

Nuestros sabios, solían comparar a Purim con este día, llamado Yom Hakipurim, es decir ki purim, como si fuera Purim.

Debemos sacarnos las máscaras, que muchas veces nos las colocamos para tapar nuestra realidad, fingiendo ser lo que no somos. Pero luego descubrimos que solo atraemos a otros enmascarados.

Usamos estas máscaras para tapar nuestras debilidades, pero después nos damos cuenta que al no ver nuestra humanidad, los demás no nos quieren por lo que somos, sino por nuestras máscaras.

Nos ponemos estas máscaras para preservar nuestras amistades, pero luego descubrimos que si perdemos a un amigo por haber sido auténticos, entonces realmente, no era amigo nuestro, sino de la máscara; Del mismo modo que la máscara sirve para evitar ofender a alguien y ser diplomático, pero luego nos damos cuenta que aquello que más ofende a las personas con las cuales nos relacionamos, es la máscara, y no ser verdaderamente auténticos.

El relato nos decía, que la tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo, sino lo es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Sean estas humildes palabras tomadas como tal, no como un castigo, sino como un llamado desgarrador a recordar nuestra verdadera identidad como judíos, como parte del pueblo de Israel, y miembros de una Comunidad viva y pujante, que necesita a cada uno de ustedes participando y activando en las distintas instancias que esta nos otorga.

Que en este Yom Kipur, nuestro día más sagrado del año, ayunemos de juzgar a otros, y descubramos a D”S que vive en ellos.

Que ayunemos del descontento y vivamos la gratitud del amor recibido.

Que ayunemos de ofensas y rencores y despierte en nosotros la mansedumbre y la paciencia.

Que ayunemos del pesimismo y tengamos esperanza. Que ayunemos de preocupaciones e intranquilidades, y sepamos depositar nuestra confianza en D”S.

Que ayunemos de quejarnos, y crezca en nosotros el valor por las cosas sencillas de la vida.

Que ayunemos de la vanagloria y el egoísmo, para tener mayor compasión por los demás.

Que ayunemos de lo superficial y sin valores, para alcanzar el llamado a la santidad.

Que ayunemos de nuestras faltas de perdón y las convirtamos en actitudes de reconciliación.

Que ayunemos de nuestras propias palabras, para darle vida al silencio y la escucha.

Que ayunemos siempre para despertar al Testimonio de la Vida, porque en el ayuno de nuestras actitudes, D”S es nuestra fortaleza.